En cualquier viaje no importa dónde se vaya sino con quién y cómo, y en la luna de miel aún más. En época de crisis, las parejas quizás deban reducir el presupuesto para su boda y no celebrar el banquete soñado ni el viaje que tenían en mente. Pero no hay por qué renunciar al viaje de novios, ya que, como se detalla a continuación, existen numerosas maneras de viajar con las que, aunque gastando menos, se puede disfrutar de los primeros días de casados.
Seis maneras diferentes de tener una luna de miel barata
El precio medio de un viaje de novios para unos 10 días ronda los 3.600 euros, según señalan expertos en agencias especializadas en este tipo de trayectos. Tal y como están las economías familiares españolas, no todos los novios pueden permitirse un gasto de tal calibre, por lo que numerosas parejas deciden recortar gastos, tanto en el banquete como en el viaje escogido para pasar sus primeros días de casados. Hay diversas formas de realizar una luna de miel inolvidable y a precios más competitivos:
1. Viajes de novios conjuntos:
Cada vez cobra más fuerza la organización de viajes de novios a precios de grupo. Para ello, parejas que se casen en las mismas fechas y a quienes les interese el mismo destino deben ponerse de acuerdo, hacer un grupo y conseguir un importe de grupo cerrado, mucho más barato que si se hace una reserva individual. Hay páginas web donde buscan a personas que van al mismo sitio y permiten este ahorro.
Respecto a la intimidad, se tendrá toda la que se desee y cada pareja hace su vida porque solo se coincide en el vuelo y el hotel.
2. Reducir el número de días:
Una de las soluciones más sencillas para ahorrar en el viaje de novios es reducir el número de días que se viaja. Así, cuantas menos jornadas se esté fuera de casa, menos se gastará. Es posible, también, pasar unos días en un destino lejano o exótico (y al que se prevé será difícil volver en mucho tiempo) y viajar durante el resto del tiempo por lugares más cercanos y desconocidos, o descansar tres o cuatro jornadas en una casa rural, en un hotel con encanto, un spa…
3. Casarse fuera de temporada:
Viajar en mayo, junio, octubre y noviembre, o a finales de enero y principios de febrero, sale más barato. Por ello, casarse en estas fechas, sobre todo en pleno invierno, permite tener acceso a destinos que no tienen precio de temporada alta. Quizás ni aún así se pueda realizar el viaje soñado en principio, pero es seguro que se puede elegir entre muchos que serían imposibles en otros meses.
4. El viaje, un regalo más de la lista de boda:
Numerosas parejas viven juntas y comparten ya piso antes de casarse, por lo que ya tienen la casa «montada». O tienen un apartamento tan pequeño que no precisan apenas nada para amueblarlo. En estos casos, o en el de quienes den prioridad a su luna de miel y se decanten por decorar con muebles más baratos, la lista de boda puede incluir solo pequeños detalles decorativos y fracciones del viaje, que cada invitado regalará a los novios, en lugar de un marco de plata o una mesilla de noche. Es una práctica no tan inusual y que ya se realiza desde hace algunos años, sobre todo en las grandes ciudades.
5. Hacer el viaje en tren, coche o en moto:
Si no se tiene mucho dinero (o se tienen ganas de aventura y hacer algo diferente), se puede organizar un viaje en tren, coche o en moto. Roma o París son destinos cercanos a los que se puede ir con toda comodidad en estos medios de transporte, y el recorrido hasta llegar al destino será un viaje inolvidable. Y, por supuesto, hay miles de enclaves de la geografía nacional, que esconden tesoros desconocidos para muchos. Suelen ser viajes llenos de imprevistos, muy divertidos y que se salen de lo establecido. Además, lo importante para los recién casados es hacer el viaje juntos, y no el lugar al que se va.
6. Retrasarlo un poco y viajar después en fechas más baratas:
No hay obligación de partir de viaje nada más casarse. Se puede celebrar una boda en pleno verano, cuando los días son más largos y hace buen tiempo, y disfrutar las jornadas de permiso por matrimonio en la propia ciudad, descansando tras los nervios y el cansancio de haber preparado el enlace. Y, después, cuando se haya conseguido ahorrar y además sea temporada baja, marcharse de luna de miel. El romanticismo se mantendrá intacto y, al realizar el esperado viaje, se revivirá de nuevo la magia de los primeros días tras la boda.
Aunque hubo un tiempo en que era norma habitual solicitar créditos para financiar una boda (banquete, vestuario y viaje), es una solución que no compensa. Más aún en plena crisis, que si algo ha enseñado a los ciudadanos es cultura financiera y la necesidad de pedir dinero solo para cubrir verdaderas necesidades.
Hay que tener en cuenta que se pueden hacer miles de viajes con la pareja tras abandonar la soltería, y no hay por qué irse a un destino muy lejano y caro ni gastar un dinero que no se tiene. Conviene empezar la nueva vida juntos con solidez económica, y no lastrados por un endeudamiento excesivo.