El 80% de los infartos se evitarían con un control adecuado de los factores de riesgo cardiovascular clásicos y de otros descritos en los últimos años. Así lo advierten hoy, 14 de marzo, Día Europeo de Prevención del Riesgo Cardiovascular, las distintas organizaciones científicas, como la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Española del Corazón (FEC). A continuación se detallan cuáles son los factores de riesgo cardiovascular tradicionales que hay que controlar y el papel de la contaminación ambiental y los suplementos de calcio en la salud del corazón.
Enfermedades cardiovasculares: primera causa de muerte
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de fallecimiento en España y en Europa. No obstante, los mensajes de prevención lanzados en jornadas como la de hoy, 14 de marzo, Día Europeo de la Prevención del Riesgo Cardiovascular, surten su efecto, ya que se ha producido un ligero descenso de las muertes de origen cardiovascular.
Así, en España las defunciones debidas al sistema circulatorio representaron el 31,2% del total en 2010 y experimentaron un discreto descenso hasta el 30,5% de la mortalidad total en 2011, según los últimos datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La segunda causa de muerte es el cáncer (28,2%) y la tercera, las enfermedades respiratorias (10,9%). Por sexos, la mortalidad cardiovascular tiene un mayor impacto en las mujeres que en los hombres. Los fallecimientos fueron 275,1 por 100.000 mujeres en 2011 y de 237,3 por 100.000 varones en ese mismo año. Ambas tasas se redujeron respecto a 2010, según el INE.
Esta disminución progresiva y paulatina de las muertes por dolencias cardiovasculares en nuestro país corresponde, en parte, a la insistente labor de prevención desempeñada por sociedades científicas como la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Española del Corazón (FEC), entre otras.
Hábitos de vida saludable claves para la prevención cardiovascular
No se ha demostrado que el exceso de suplementos de calcio disminuya la osteoporosis, mientras sí que aumenta el riesgo cardiovascularDesde la SEC se quiere poner un énfasis especial en que cambiar los hábitos de vida es fundamental para la prevención del riesgo cardiovascular. Hay dos formas de mejorar la salud cardiovascular: con técnicas, procedimientos, tratamientos, pastillas y pruebas de imagen (TC); y otra tan simple como mejorar la dieta, la capacidad de practicar ejercicio, disminuir el hábito tabáquico, perder peso o moderar el consumo de alcohol. «Esta segunda opción es más barata. El mensaje es que con medidas sencillas se puede hacer más», destaca Enrique Galve, presidente de la Sociedad de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la SEC y cardiólogo del Hospital de Vall d’Hebron, de Barcelona.
Factores de riesgo cardiovascular clásicos
Se estima que en ocho de cada diez infartos se identifican factores de riesgo cardiovascular clásicos altamente prevenibles y modificables si se adopta un estilo de vida saludable. Esto significa que el 80% de los infartos podrían prevenirse si se corrigen factores de riesgo cardiovascular como la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo, la hipertensión, la diabetes o tener altos los niveles de lípidos en sangre.
Su control supone seguir una dieta sana y cardiosaludable, a fin de mantener un peso normal, correspondiente a un índice de masa corporal (IMC) situado entre 18,5 y 24,9; evitar los niveles elevados en sangre de lípidos como el colesterol-LDL, que debe ser inferior a 200 mg/dl; y prevenir la diabetes y el síndrome metabólico, dos condiciones físicas muy ligadas al exceso de peso y el sedentarismo.
Dentro de la obesidad, la de tipo central o abdominal, en forma de manzana, es más peligrosa para el organismo que la obesidad en forma de pera. Para controlarla, es fundamental medir el perímetro de la cintura, que no debe exceder los 102 centímetros en los hombres y los 88 en las mujeres. «El factor de riesgo que cuesta más combatir es el sobrepeso y la obesidad, que van al alza en España y que ya empiezan en la edad infantil. Un 9% de los niños españoles tiene obesidad y un 33%, sobrepeso, debido a un cambio cultural en la forma de alimentación: los pequeños han abandonado la dieta mediterránea tradicional y se ha pasado, en buena medida, a una dieta basada en productos aportados por la industria agroalimentaria en la que predominan azúcares y grasas, lo que se traduce ya en la población adulta futura en un incremento de enfermedades como la diabetes, que crece de forma exponencial», informa Galve. Por ello, se plantea penalizar con un precio más caro los consumos nutricionales inadecuados, como se ha hecho mediante el tabaco, ya que así se disuade al consumidor de tomar productos nocivos (de fast food o platos precocinados) para la salud.
Junto con la dieta, la práctica regular de ejercicio físico ayuda tanto a mantener un peso normal como a cuidar el corazón, mejorar la circulación sanguínea y controlar las cifras de presión arterial, que no deben superar los 140 mmHg para la máxima o sistólica y los 90mmHg para la mínima o diastólica.
Asimismo, es crucial abandonar el tabaco, para evitar el endurecimiento de las arterias (arterioesclerosis) y la formación de coágulos que pueden desplazarse por el torrente sanguíneo hasta provocar un infarto de corazón o de cerebro.
En los últimos años han empezado a cobrar importancia otros factores que entrañan un riesgo para la salud cardiaca y circulatoria, como la contaminación ambiental. “Ya hay estudios que alertan sobre la intersección de los contaminantes procedentes del tráfico rodado y los industriales como un mayor riesgo. No obstante, hay que avanzar más en estos aspectos, pues este tipo de poblaciones urbanas en áreas contaminadas son también las que se asocian al resto de hábitos no saludables (vida sedentaria, alimentación inadecuada, etcétera). Por ello, hay que conseguir analizar cada uno de los riesgos por separado en investigaciones rigurosas”, apunta el cardiólogo Enrique Galve.
También se ha constatado que el consumo excesivo de suplementos de calcio, sobre todo indicados en mujeres en la etapa postmenopáusica para combatir la osteoporosis, puede aumentar el riesgo cardiaco entre la población femenina. “No está demostrado que disminuyan la osteoporosis. Y mientras, el calcio circula en dirección al torrente sanguíneo, se deposita en los vasos o arterias, donde provoca un endurecimiento de los vasos (arterioesclerosis) y la formación de trombos que pueden cerrar el interior de las arterias. Así aumenta el riesgo cardiovascular”, advierte Galve.