Contusiones cerebrales en deportes infantiles

Aunque la conmoción cerebral es, en general, breve hay que tener en cuenta que, incluso las que parecen leves, pueden ser graves si no se siguen de cerca por los especialistas
Por Núria Llavina Rubio 13 de septiembre de 2010
Img baloncesto
Imagen: Ignacio López

Los beneficios que la actividad física y la práctica de un deporte en equipo aportan a los niños son conocidos. Se ha demostrado que incentivar a los jóvenes a practicar ejercicio aporta autoconfianza, valores educativos, buena forma física, y mejora su relación y comunicación con otras personas. Pero hay que prepararse para evitar las tan temidas lesiones, sobre todo en los deportes de contacto. Muchas de ellas pueden provocar no sólo el abandono de la práctica deportiva, sino afectar de forma seria la salud. Es el caso de los golpes en la cabeza que, aunque en un primer momento revistan poca gravedad, no hay que bajar la guardia.

Tras una contusión cerebral, retomar la práctica deportiva sin haber consultado el accidente a un especialista puede acarrear graves problemas en el futuro, ya que se corre el riesgo de sufrir lesiones más prolongadas y se detecten cambios crónicos en el cerebro. Así lo aseguran especialistas del Consejo de Medicina del Deporte y Fitness de la Academia Estadounidense de Pediatría, en la revista «Pediatrics». Cada año, miles de niños acuden a los servicios de urgencias por algún tipo de contusión cerebral, en muchos casos ocasionadas por la práctica deportiva.

Los autores del estudio lamentan que, demasiadas veces, el tratamiento de la lesión finaliza en el control de la emergencia cuando se origina el accidente. En la mayoría de las ocasiones no se hace un seguimiento clínico posterior de la contusión cerebral. Y como consecuencia, los menores retoman la práctica deportiva con total normalidad. No obstante, sólo con el paso de los días se puede evaluar el curso de la lesión e indicar a progenitores cuándo es segura la vuelta a la práctica deportiva.

El consejo final de los especialistas es acudir a urgencias y después visitar al pediatra para un control posterior. Incluso recomiendan, cuando su médico no tiene experiencia en el manejo de contusiones, acudir a un especialista en medicina del deporte, un neurólogo u otro pediatra especializado.

Las contusiones infantiles son más graves

Aumentan las lesiones infantiles por la exigencia de las competiciones y el poco tiempo para recuperarse

La contusión es una alteración pasajera del funcionamiento normal del cerebro, en general, por un golpe en la cabeza. A pesar de estar protegido contra traumatismos menores por el líquido cefalorraquídeo que lo rodea, un fuerte impacto puede hacer que el cerebro colisione contra el cráneo y causar un hematoma, rotura de vasos sanguíneos y daño neurológico. La contusión produce mareos, confusión, pérdida del equilibrio y alteraciones visuales.

Como cerca del 90% no producen desmayo, se genera la sensación tan peligrosa del «no ha pasado nada», porque es un daño que no se ve ni puede palparse. Sin embargo, el cerebro infantil y adolescente, al estar en desarrollo, es más vulnerable a los golpes que el de los atletas mayores. Por este motivo, es de vital importancia dedicarle la atención que merecen.

Diversos síntomas ponen en alerta una serie de contusiónes que deben ser tratadas: aturdimiento («ver estrellitas»), movimientos torpes con falta equilibrio, habla lenta y respuestas tardías, pérdida de conocimiento aunque sea por un momento, confusión sobre el lugar en el que se halla o lo que hace, dificultades para recordar, comportamiento atípico, dolor de cabeza, náuseas o vómitos, sensibilidad al ruido o a la luz y visión borrosa o doble.

Aunque por norma general la conmoción cerebral dura pocos instantes, los expertos insisten que es importante tener en cuenta que, incluso las que parecen leves pueden revertir cierta gravedad.

Abordaje médico para la prevención

Lo primero que hacen los médicos ante un paciente con posible conmoción cerebral es buscar señales. Se puede anticipar el diagnóstico cuando hay amnesia o desmayo. Si no, se le realiza al niño un examen completo y se le hace algunas preguntas «¿cómo te llamas?»; «¿dónde estás?»; «¿qué día de la semana es hoy?», para valorar la memoria y grado de concentración. También se evalúa el grado de equilibrio y los reflejos y el movimiento físico. Cuando el paciente se encuentra mal en urgencias, se realizan pruebas de diagnóstico por imagen para descartar hemorragias o hematomas cerebrales.

No se trata por tanto de un tratamiento complicado, sino más bien de formas de prevención: descanso físico y mental durante unas semanas para que el cerebro se recupere. Todo ello sumado a algunas recomendaciones que aportan los médicos, como despertarlo por las noches para ver cómo se encuentra o invitarle a que se tome con calma los estudios. En casos graves, algunos síntomas, como el dolor de cabeza e insomnio, duran meses. El médico determinará la duración del tiempo de reposo antes de volver a la práctica deportiva para cada paciente, de manera individualizada.

Protección o prevención

Muchos deportes incluyen entre su vestuario herramientas que garanticen la máxima seguridad ante las contusiones cerebrales. El casco es imprescindible en actividades como el ciclismo, hockey o patinaje, y reducen en un alto porcentaje la posibilidad de conmoción. Sin embargo, en deportes como el fútbol, el básquet o el tenis no es una herramienta habitual. En estos casos, la mejor protección es la prevención. Tomarse el hecho de evitar una lesión como parte de las reglas del juego puede ser una solución, y para ello es necesario conocer las normas con el fin de jugar de forma segura. Una labor en la que el trabajo del entrenador es clave.

MÁS LESIONES INFANTILES

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El fútbol se ha convertido en un deporte de masas que atrae a niños de todo el mundo. Es sinónimo de éxito y de dinero, y una “profesión de futuro” para muchos. Los deportistas juveniles están cada vez más profesionalizados y sometidos a altos niveles competitivos, equiparables a los adultos. Todos estos niños y jóvenes se encuentran en una fase importante del desarrollo físico de modo que, en realidad, se les está sometiendo a un importante riesgo de sufrir lesiones de todo tipo.

En una reunión de la American Academy of Orthopaedic Surgeons (AAOS), hace tres años, se aseguraba que incluso niños de 4 años sufren lesiones por sobrecarga, como fracturas o tendinitis, y que el 40% de todas las visitas de urgencias de niños de 5 a 14 años se deben a lesiones deportivas. Incluso se han llegado a ver lesiones del ligamiento cruzado en población infantil masculina de 10 años. Aumenta la duración de las competiciones y la presión de padres y entrenadores, menos el tiempo de recuperación, que se reduce a la mínima expresión y lleva a desgastar el sistema esquelético en desarrollo, sobre todo en deportes de impacto que requieren muchos cambios de ritmo y saltos. Entrenamientos adecuados y comprender la biomecánica infantil y juvenil es clave para detener este proceso.

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