“El vuelo hasta Buenos Aires resultó largo y pesado. No era la primera vez que María viajaba desde Barcelona y sabía que debía tomar ciertas precauciones para evitar los coágulos en las piernas y minimizar el jet lag. Durante el aterrizaje le preocupó un dolor de cabeza relativamente intenso, distinto a los que había tenido en otras ocasiones. Padecía migrañas, pero este malestar era distinto”. Historias como esta han ayudado a los científicos a establecer en un estudio reciente una nueva entidad diferenciada dentro de los dolores de cabeza: la cefalea del avión. En este artículo se explica qué es esta cefalea asociada a los viajes en avión y quiénes son más propensos a sufrirla, además de dar consejos para evitar el síndrome del turista, otra enfermedad relacionada con los trayectos largos.
Dolor de cabeza asociado al viaje en avión
En un estudio reciente efectuado en un hospital de Venecia (Italia), los autores analizaron 75 casos de personas que habían sufrido un dolor de cabeza relacionado con los viajes en avión. La recogida de los casos se hizo de una forma curiosa, ya que los investigadores hicieron un llamamiento a través de Internet para que personas que habían padecido cuadros sospechosos de cefalea del avión se pusieran en contacto con ellos. Recibieron mensajes procedentes de todo el mundo y, gracias a esta colaboración, pudieron perfilar esta afección.
Entre los datos recogidos, corroboraron la corta duración de las cefaleas (menos de 30 minutos en el 95% de los casos), así como su clara asociación con la maniobra de aterrizaje. El dolor se produjo en uno de los lados de la cabeza, no se acompañó de otros síntomas y la mayoría de los afectados fueron hombres. Esta es la mayor serie publicada acerca de esta nueva clase de cefalea, cada vez mejor descrita.
En la cefalea del avión, el dolor surge por variaciones de presión en los senos nasales sobre todo durante el despegue y el aterrizaje
Este dolor se localiza de forma habitual en un lado de la cabeza, cerca de los ojos. Suele ser moderadamente intenso aunque breve, ya que, en la mayoría de los casos, no dura más de media hora. El dolor puede estar producido por variaciones de presión en los senos nasales, provocados a su vez por los cambios de presión que tienen lugar en los vuelos y que son más bruscos durante el despegue y el aterrizaje. Los senos son unas cavidades de los huesos del cráneo y la cara que se encuentran distribuidos alrededor de la nariz. Están cubiertos por una delgada mucosa y, a través de un orificio, desembocan en la cavidad nasal. Además de aligerar el peso del cráneo, humedecen y calientan el aire que respiramos y sirven de caja de resonancia. Tienen la capacidad de secretar moco ante un catarro y pueden obstruirse y provocar sinusitis.
De esta manera, los pasajeros que están acatarrados o que tienen sinusitis tienen una mayor predisposición a sufrir este tipo de dolor de cabeza. Para prevenirla si se está acatarrado, puede resultar útil utilizar algún tipo de vasoconstrictor nasal antes del aterrizaje y una buena hidratación. Asimismo, las personas que padecen de manera frecuente algún tipo de cefalea también son más propensos.
Asientos de pasillo para evitar el síndrome de la clase turista
Otro de los problemas asociados a los vuelos es el denominado síndrome de la clase turista. Al contrario de la cefalea del avión, hace tiempo que está descrito, por lo que la mayoría de las personas que viajan lo conocen y, en lo posible, aplican medidas para evitarlo. Sin embargo, no todo el mundo sabe que, en los trayectos en avión, el lugar donde uno se siente influye en el riesgo de padecer el síndrome: parece que quienes se ubican en las ventanillas tienen el doble de posibilidades de desarrollar el problema. Estas son las conclusiones de un estudio realizado en EE.UU. en el que se analizan los riesgos de los viajes a larga distancia.
Quienes se ubican en las ventanillas tienen el doble de posibilidades de desarrollar el síndrome de la clase turista
Estos resultados no resultan sorprendentes, si se tiene en cuenta que el problema está relacionado con la inmovilidad de las piernas. Así, las personas que se sientan junto a la ventanilla tienen una menor movilidad que quienes lo hacen en el pasillo. La causa es obvia, ya que resulta incómodo molestar al vecino para levantarse. Por este motivo, quizás el término de síndrome de la clase turista, aunque elocuente, no se atiene del todo a la realidad, ya que el problema, más que las estrecheces en el asiento, tiene que ver con las horas que se permanece sentado. De esta manera, el síndrome no solo surge en los viajes en avión, sino en cualquier situación en la que se permanezca muchas horas sentado, con poca movilidad, como el autocar o coche.
El síndrome de la clase turista es la formación de coágulos de sangre (trombos) en las venas profundas de las piernas. Durante los viajes, la escasa movilidad, provocada por los espacios reducidos y por el hecho de permanecer sentados durante horas, dificulta el flujo venoso y aumenta el riesgo de formación de coágulos y puede originar una trombosis venosa profunda. El mayor peligro es que los trombos se desprendan y se desplacen hacia los pulmones, taponen alguna de sus venas y ocasionen un embolismo pulmonar. Ante esta situación, los síntomas que manifiesta el afectado dependerán del tamaño del trombo: si es pequeño, puede pasar desapercibido o sentir dolor en el pecho y dificultad para respirar; si es de mayor envergadura, puede provocar un embolismo masivo que incluso puede producir muerte súbita.
Para prevenir el desarrollo del síndrome de la clase turista, los especialistas recomiendan:
- Escoger asientos situados en el pasillo, sobre todo si el viaje es de larga duración, lo que facilita poder realizar paseos cortos por la cabina cada una o dos horas.
- Hacer ejercicios de contracción y estiramiento de la musculatura de la pantorrilla (elevando los dedos del pie, como para andar con talones y, al revés, subiendo los talones como para andar de puntillas).
- No colocar equipaje debajo del asiento delantero, ya que limita el espacio y la capacidad de movimiento de las piernas.
- No sentarse con las piernas cruzadas si se desea dormir; hacerlo con las piernas estiradas y relajadas.
- Si se padecen varices o problemas de retorno venoso, utilizar medias o calcetines de compresión durante el vuelo para ayudar a que las venas dilatadas recuperen su forma original.