Los medicamentos esenciales son un total de 350 principios activos definidos como tales por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su denominación obedece a su fin: atienden las necesidades prioritarias de salud y son suficientes para tratar más del 90% de las enfermedades mundiales. Sin embargo, en los países empobrecidos su acceso no siempre está garantizado. Estos medicamentos centran la campaña de Farmamundi “Esenciales para la vida“. Su directora, Eugenia García Ros, considera que “la salud es un derecho humano fundamental y, por lo tanto, también lo es el acceso a los tratamientos que las personas necesitan para asegurarla”.
La lista de Medicamentos Esenciales (ME) es una selección de unos 350 principios activos realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Con ellos es posible atender las necesidades prioritarias de salud de la mayoría de la población en cualquier país en el que se adapta a sus condiciones sanitarias. La elección se hace en función de su pertinencia o utilidad para la salud pública, su eficacia y seguridad probadas y su buena relación coste-efectividad. La mayoría de ellos son genéricos (libres de patentes), excepto algunos empleados para tratar el VIH y los antimaláricos. Se deberían usar siempre que el tratamiento sea necesario, en países ricos o empobrecidos.
“Sin la cooperación internacional o la ayuda humanitaria, es imposible garantizar la salud y la vida de las personas”
Para Farmamundi, la salud es un derecho humano fundamental y, por lo tanto, también lo es el acceso a los tratamientos que las personas necesitan para asegurarla, en cualquier lugar donde hayan tenido la fortuna o la desgracia de nacer. Los estados deben garantizar ese derecho a su población, pero para el 80% de la humanidad es una utopía, al vivir en lugares donde estos no tienen la voluntad política o los recursos necesarios. Por tanto, sin la cooperación internacional o la ayuda humanitaria, es imposible garantizar la salud y la vida de esas personas.
Las emergencias humanitarias, tanto de origen natural como humano, afectan en su mayoría y con más virulencia a los países más vulnerables y, por lo general, desbordan la capacidad de respuesta de sus instituciones sanitarias. Por ello, en esos momentos, es imprescindible la ayuda humanitaria rápida, adecuada, coordinada y eficaz. Es entonces cuando el papel de las ONG locales y las integradas en los sistemas de ayuda internacionales son fundamentales para prestar ayuda inmediata, salvar vidas y apoyar a los damnificados para recuperarse. Además de refugio y alimentos, la ayuda sanitaria es imprescindible y una de las primeras en solicitarse.
“La falta de tratamientos provoca una deficiente salud y calidad de vida y puede conllevar la muerte”
La falta de tratamientos puede conllevar la muerte, pero sin llegar a ese punto, también provoca una deficiente salud y calidad de vida, falta de trabajo o de productividad. Incluso, afecta a la capacidad de la familia, del goce de otros medios de vida y derechos como la alimentación, la educación de los hijos o medios económicos para actividades productivas, al dedicar el escaso presupuesto familiar para garantizar un deficiente tratamiento a uno de sus miembros.
No es fácil cuantificar cuántos niños mueren al año por enfermedades evitables para las que hay tratamientos que sus padres no pueden pagar, porque en muchas comunidades hay miles de menores que no están registrados y, por tanto, no existen. No obstante, se estima que son más de 10 millones las muertes anuales de menores de 5 años debidas a la falta de atención sanitaria, una cifra espeluznante que nos anima a seguir trabajando para acortarla.
En países empobrecidos, la elección es imposible, ya que supone escoger entre tratar al padre o a la madre de familia, que aseguran la subsistencia, o tratar a un hijo enfermo; otras veces, hay que decidir entre asegurar el alimento y la educación o pagar un tratamiento que cuesta prácticamente el ingreso familiar mensual y que, en ocasiones, podría ser crónico.
“Las patentes hacen inasequibles los tratamientos en muchos lugares”
Habría que reforzar los sistemas de salud públicos con infraestructuras, personal formado y recursos económicos.
Asegurar precios asequibles para las condiciones de cada país, lo que supondría en muchos casos precios diferenciados en función de su riqueza y, por tanto, cambiar el sistema de patentes que hacen inasequibles los tratamientos en muchos lugares. Mejorar infraestructuras que faciliten el acceso geográfico: transporte, dotación y creación de centros de dispensación en zonas remotas o rurales, teniendo en cuenta y potenciando el uso de los recursos y culturas locales. Por último, es necesario un compromiso internacional para que desde los países ricos se invierta en I+D de enfermedades olvidadas o no rentables a corto plazo. De todos estos temas se informa en nuestra campaña “Esenciales para la vida“.
En estos momentos, nos hemos de concentrar en asegurar las necesidades básicas de salud, los tratamientos con medicamentos esenciales, prevención de enfermedades con mejoras en sistemas de agua y saneamiento y la formación de agentes de salud. En ese mismo sentido, entendemos nuestra labor como proveedores de medicamentos esenciales a otras ONG e instituciones humanitarias, para sus programas de cooperación y ayuda humanitaria, desde nuestra Área Logística Humanitaria (ALH), que durante 2011 ha suministrado 163 toneladas de medicamentos y material sanitario en 426 expediciones en 69 países del mundo.
Nuestra ONG, más que enviar muchos cooperantes internacionales para prestar atención farmacéutica, refuerza y apoya las actuaciones y proyectos de ONG locales, que son las que conocen a la población y sus necesidades. La labor del cooperante es mucho más de diseño, ejecución y reporte de los proyectos ante las instituciones financiadoras y de representación institucional ante las locales.
“Los medicamentos sobrantes de nuestros botiquines no son útiles para ayuda humanitaria en los países pobres”
Los medicamentos sobrantes de nuestros botiquines han de llevarse a los contenedores del punto SIGRE ubicados en las farmacias, ya que exportarlos es ilegal y, además, no son útiles para ayuda humanitaria en los países pobres, con otras necesidades epidemiológicas y capacidades de sus sistemas de salud para asegurar su presencia en el mercado local. Lo que debemos hacer para crear un mundo más justo es apoyar a las organizaciones civiles que trabajan en el campo humanitario de un modo regular, no solo cuando la situación económica es boyante, ya que es ahora cuando se agudizan las diferencias sociales.
La mayoría de los COF de España y más de 5.000 farmacéuticos ya apoyan nuestra labor, entre otros, como socios o colaboradores puntuales y difundiendo nuestras campañas. Pero el sector farmacéutico tiene más de 60.000 profesionales y nuestras puertas están abiertas para que expresen su solidaridad con nuestras campañas. No obstante, en estos momentos, es más necesario que nunca aumentar nuestra base social para garantizar todos los proyectos en marcha.
Farmamundi obtuvo hace un año la acreditación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) como organización calificada especializada en salud. Este es un reconocimiento que certifica que el ejercicio de su trabajo, evaluado en los últimos 10 años, “ha cumplido unos requisitos muy rigurosos de eficacia, eficiencia y transparencia”. Estos se ajustan a las normas internacionales y estatales que rigen el desempeño de la ayuda humanitaria y la cooperación internacional para el desarrollo. “Esta calificación es imprescindible para ser ‘socios’ o actores especializados de la Política de Cooperación Española, en la medida en que optemos a convocatorias públicas específicas para programas plurianuales y se aprueben”, explica Eugenia García.
Esta certificación supone un trabajo de organización, planificación estratégica, creación de instrumentos y dotación de recursos operativos, que situaría a Farmamundi “en una buena posición en la ‘línea de salida’ de la carrera contra la pobreza y la desigualdad en el mundo, cuando comencemos a salir de esta crisis”. “Hasta entonces, seguiremos trabajando con el mismo rigor, autoexigencia y entusiasmo”, concluye la directora general de Farmamundi.