El melasma, el lentigo y el melanoma son las tres principales manchas faciales que pueden surgir en la cara tras exponerse al sol sin la debida precaución. Al finalizar las vacaciones
estivales en que la exposición solar es más acusada, es aconsejable hacer una consulta al dermatólogo, ante la aparición de estas marcas en la piel, para diagnosticarlas y tratarlas, en especial si se sospecha de melanoma, el cáncer de piel más agresivo entre todos los
tipos existentes. El melasma y el lentigo, por el contrario, son lesiones benignas. El melasma es más frecuente en mujeres más jóvenes que toman anticonceptivos y durante el embarazo, por lo que la prevención es la mejor arma para evitarla. En cambio, el lentigo (de “lenteja”), que brota en la piel de personas más mayores, se corrige con facilidad. En cualquier caso, la fotoprotección debe realizarse durante todo el año y no solo en verano, recuerda en esta entrevista Carmen Carranza, especialista del Servicio de Dermatología del Hospital Fundación Jiménez Díaz, el Hospital Madrid Norte Sanchinarro y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
En resumen, hay tres tipos principales de manchas: el melasma, el lentigo y el melanoma. Una consulta habitual es la del melasma, más habitual en mujeres a partir de los 20 años, y que suele relacionarse con la exposición solar, la anticoncepción y el embarazo. Son lesiones benignas aunque muy antiestéticas, porque surgen en zonas muy visibles, como las mejillas, la frente, el labio superior, el cuello y, a veces, los brazos y el tórax.
En las personas más mayores surge el lentigo senil o actínico en las zonas expuestas al sol. Suelen ser manchas nuevas que salen durante el verano por el sol y los antecedentes de quemaduras, sobre todo en personas de piel clara (fototipo claro) que tienen una peor respuesta a la fotoexposición. La piel se defiende con este tipo de manchas en la cara, el dorso de las manos y el escote. Son más limitadas y pequeñitas, de ahí su nombre lentigo, que proviene de lenteja. También pueden aparecer en la zona alta de los hombros, en aquellas mujeres que llevan camisetas de manga sisa y que dejan esta parte al descubierto.
“La fotoprotección se debe realizar todo el año”
En efecto, tanto el melasma como el lentigo son manchas solo antiestéticas y benignas, que no tienen ninguna importancia. Pero lo que preocupa de verdad a los dermatólogos es el melanoma, el tipo de piel más agresivo, puesto que también hay otros tipos de cáncer cutáneo: el carcinoma basocelular y el carcinoma epidermoide. El melanoma es un tipo de tumor de piel que debemos ser capaces de detectar a tiempo, in situ, porque así cambia mucho el pronóstico de los pacientes. Para conseguirlo, la población debe tener especial cuidado en observar si se producen cambios en un lunar que varía de tamaño, según el criterio ABCDE que se ha difundido en los últimos años.
La letra A se refiere a asimetría. La B, a que el borde del lunar sea irregular. La C, al color que, en lugar de ser homogéneo, cambie: en vez de que el lunar tenga un solo color y una armonía, que se observen en él varios colores, pérdida de pigmentación e, incluso, que se vuelva más oscuro, rojizo o rosado. La D se refiere a diámetro, que este sea superior de 6 mm, lo que puede ser indicativo de melanoma, aunque también puede haber más pequeños. Y la letra E, de evolución. De todos modos, siempre se hace hincapié en que un melanoma puede ser tanto un lunar que se tiene desde siempre y cambia, como uno que se forma de repente, sin que la persona tenga nada antes en la piel. Por ello, cualquier variación de lesión en la piel, debe consultarse al dermatólogo. Otra cosa diferente son los lunares “buenos”, que van creciendo poquito a poco y que son verrugas.
“Hay tres tipos principales de manchas: el melasma, el lentigo y el melanoma”
Depende. El melanoma es una mancha en la que influye la carga genética y puede desarrollarse en personas de piel clara. Los pacientes de mayor riesgo son los que tienen un fototipo claro, con nevus, antecedentes familiares de melanoma y, lo más importante, que hayan sufrido quemaduras en la infancia. El 70% de la exposición solar de una persona se produce en la infancia y las quemaduras multiplican el riesgo de melanoma. No es igual que estas quemaduras ocurran en una mujer de un fototipo muy oscuro y que esta se queme un poco un verano, que un niño de piel clara se queme, lo que repercutirá en su futuro.
En el caso del melasma hay pacientes muy recalcitrantes en los que no llega a aclararse la pigmentación. Son personas a las que se les debe aplicar todo tipo de tratamientos y en las que, aunque a veces no se corrige del todo, mejoran. Pero hay que ser muy constante.
Una combinación de fotoprotección, que debe hacerse todo el año. El tratamiento se compone de la fotoprotección despigmentante, uso del peeling y el láser. Los agentes despigmentantes son el tratamiento estándar, con la hidroxiquinona por la noche y agentes queratolíticos retinoideos y alfahidroxiáceos.
El lentigo se puede tratar con nitrógeno líquido mediante criocirugía, sprays, peeling o láser. En general, con una sola sesión puede desaparecer.
“Cada vez hay mejores fotoprotectores en el mercado, que cubren todo el espectro ultravioleta”
Los tratamientos para mejorar la calidad de la piel han mejorado y se pueden aclarar las manchas. Se consiguen buenos resultados con el lentigo pero, en referencia al melasma, que quede perfecta, depende de cada caso. Hay un porcentaje de pacientes (menos de la mitad) a quienes no va bien.
Es fundamental la prevención, esto es, evitar el sol durante las horas centrales del día y acostumbrarse a utilizar el fotoprotector todo el año, gorros y gafas de sol. Una vez que ya se tienen las manchas, el resultado de los tratamientos, aunque tienen una buena respuesta, depende de cada individuo.
Sí, hay que protegerse todo el año. Cada vez hay mejores fotoprotectores en el mercado, que cubren todo el espectro ultravioleta. Se han desarrollado productos eficaces frente a rayos infrarrojos y radiación visible, cuando hasta ahora protegían solo frente a los rayos ultravioletas B (UVB) y los ultravioletas A (UVA). Además, muchos también incorporan sustancias antioxidantes y vitaminas D o C para ralentizar la formación de radicales libres. Estos productos han mejorado mucho, igual que los cosméticos, que se pueden utilizar para maquillar y disimular los defectos de la piel, incluso hay algunos que tienen efecto despigmentante.
El envejecimiento de la piel es intrínseco, puesto que todos envejecemos y depende de la genética de cada uno y, a la vez, extrínseco, ya que está relacionado con el sol, los hábitos de vida que tenga cada persona, la alimentación que siga, si fuma… Lo que podemos hacer para ralentizarlo es atacar el envejecimiento extrínseco, el que depende de factores externos, entre los cuales reseñaría la importancia de protegerse de la exposición solar para cuidar la piel.
Una parte de la población tiene ideas erróneas sobre los cuidados que hay que dispensar a la piel. Uno de los falsos mitos que hay que eliminar es el siguiente, como advierte Carmen Carranza: “Utilizar un fotoprotector solar no equivale a poder estar en la playa indefinidamente. El sol irradia todo el año, sobre todo, en nuestro país. Es posible que una persona no vaya a la playa, pero no por eso deje de estar expuesta al sol y se le desarrolle un melasma solo por ir por la calle. Por este motivo hay que saber mantener un equilibrio entre la protección y la exposición solar. A pesar de que cada vez hay más información sobre la fotoprotección, se debe hacer un uso razonable”.
Asimismo, otro mito extendido que hay que romper, según esta experta, es que los remedios caseros, como el uso de agua de arroz o zumo de limón, sirvan para aclarar las manchas, en contra de las creencias populares. No hay ningún estudio clínico ni evidencia científica que lo respalde y, por lo tanto, no estarían indicados para este propósito, informa Carranza.