En ocasiones, parece reinar la confusión en determinadas cuestiones que tienen que ver con la nutrición. Pero hay un aspecto en el que ningún experto ni ninguna entidad de referencia discute: conviene reducir, e incluso “evitar”, el consumo de bebidas azucaradas (“refrescos“). Y es que la ingesta frecuente de las llamadas “calorías líquidas” se relaciona con diversos riesgos para la salud, sobre todo con el de padecer obesidad. En el presente artículo se amplía este tema y se añade un dato nada halagüeño: casi la mitad de los adultos supera las recomendaciones de ingesta de azúcar tan solo a partir de bebidas.
No es buena idea hidratarse con algo distinto al agua
El consumo de azúcar es «un determinante del peso corporal», según se lee en el último estudio sólido sobre esta cuestión, el publicado por la doctora Te Morenga y sus colaboradores en 2012 (revista BMJ). Pero más problemática es la ingesta de ese azúcar cuando viene en un medio líquido.
La toma frecuente de bebidas azucaradas, conocidas como «refrescos» (aunque es una acepción que muchos profesionales sanitarios prefieren no usar, dada su connotación positiva), se ha relacionado de forma clara con el riesgo no solo de obesidad, sino también de síndrome metabólico y de diabetes tipo 2. Un total de 184.000 muertes anuales son atribuibles al consumo de bebidas azucaradas, según se desprende de una investigación recién publicada en la revista Circulationy liderada por el doctor Dariush Mozaffarian. No extraña, por tanto, que entidades como el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer recomienden «evitar» estas bebidas. Según la entidad, «las evidencias científicas que señalan que tales bebidas ‘engañan’ al mecanismo de la saciedad de los seres humanos, promoviendo así el aumento de peso, son abrumadoras». Este efecto es extrapolable, en su opinión, a los zumos de frutas, incluso a los que son caseros o «100%».
Nuevo estudio: el azúcar que «bebemos»
Por todo lo anterior, resulta muy relevante un estudio recién publicado en la revista European Journal of Clinical Nutrition y coordinado por el catedrático de nutrición Jordi Salas-Salvadó. En la investigación, titulada ‘Ingesta de agua y otras bebidas en adultos de 13 países‘ (incluido España), se ha evaluado, entre otros aspectos, la proporción de adultos que exceden, a partir de fluidos, la recomendación de ingesta de «azúcares libres» establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para la OMS, los azúcares libres son los azúcares añadidos a los alimentos o a las bebidas por el fabricante, por el cocinero o por el consumidor, además de los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes y, también, los zumos de frutas, aunque sean caseros. La entidad Public Health England, en su documento ‘Sugar reduction. Responding to the Challenge‘ (Reducción del azúcar. Respondiendo al reto), opina de igual manera. Estas entidades no hacen referencia al azúcar presente de forma natural en las frutas, en las hortalizas o en la leche (lactosa).
Consumo de azúcar. Situación en España
Según la OMS, menos del 10% de las calorías que se ingieren deberían provenir de «azúcares libres», aunque lo idóneo es que la cifra sea inferior al 5%, tal y como ha ampliado la experta en nutrición Isabel Megias en el artículo ‘¿Cuánto azúcar debemos consumir?‘.
Sin embargo, ya se sabe que se supera con creces esta recomendación: en el consenso español de prevención y tratamiento de la obesidad más reciente se detalló que se ingiere entre el 16% y el 36% de la energía a partir de azúcares.
Lo que no se sabía es cuántos azúcares se consumen en forma líquida. Pues bien, en España, según el estudio antes citado, cerca de la mitad de los adultos españoles sobrepasa las recomendaciones de ingesta de azúcares establecidas por la OMS tan solo a partir de fluidos, sobre todo bebidas azucaradas, zumos y el azúcar añadido a bebidas calientes, como té o café. Es algo que sucede en el 44,5% de la población de estudio (16.276 adultos de 13 países) y que lleva a los autores a insistir en que la hidratación tiene que basarse en el consumo de agua.
De todas las calorías que “bebemos” (428 kilocalorías al día), el 35,2% (es decir, 149 kcal) provienen de bebidas alcohólicas, según el estudio del doctor Salas-Salvadó y sus colaboradores. Como se apuntó en el artículo ‘¿Sabes cuántas calorías bebes?‘, se está ante una situación que debe mejorar. Esta afirmación no se hace solo por el efecto de dichas calorías sobre el control del peso corporal, sino sobre todo por el papel negativo que el consumo de alcohol ejerce en numerosas condiciones y trastornos, y lo que incluye el riesgo cardiovascular. Tal y como señaló en 1996 la Organización Mundial de la Salud, “cuanto menos alcohol, mejor“.