Los espejos constituyen una presencia fundamental en cualquier hogar. Pueden ocupar diversos sitios, desde el cuarto de baño hasta amplias superficies en el dormitorio o el vestidor, pero no en la cocina. Además de permitir contemplarse en ellos, aportan valor decorativo. Este artículo describe el papel de los espejos en el hogar, los usos y posibilidades de los de gran tamaño y cómo permiten agrandar espacios y aprovechar la luz natural.
Espejos, en casi cualquier espacio de la casa
Los espejos son un elemento imprescindible en el hogar. Como mínimo, cualquier casa cuenta con uno en el cuarto de baño. Pero por lo general, hay más distribuidos en diferentes espacios.
Son necesarios para poder mirarse en ellos, peinarse bien y comprobar el cuidado de todos los detalles del propio aspecto. Pero también aportan un valor decorativo esencial, en función de su tamaño, del estilo del marco, del lugar que ocupan y de la luz que son capaces de reflejar.
Es aconsejable que haya al menos un espejo grande, que permita a quien se ponga frente a él observar el reflejo de su cuerpo entero
Además del cuarto de baño, los espejos están en recibidores, pasillos, salones, vestidores y dormitorios. Es decir, pueden estar en casi cualquier espacio de la casa, salvo en la cocina, donde -además de que su utilidad estaría al menos en principio bastante limitada- correría el riesgo de ensuciarse mucho, debido a la humedad, posibles salpicaduras de aceite, especias, etc., que abundan allí cuando se preparan los alimentos.
Es aconsejable que en el hogar haya al menos un espejo grande, que permita a una persona observar el reflejo de su cuerpo entero. Es sobre todo muy útil en los momentos en que haya que acicalarse antes de salir, para comprobar cómo queda la vestimenta elegida, cómo combina con el calzado, etc. Por eso, este tipo de espejos están casi siempre en el dormitorio o en un vestidor, las zonas elegidas para vestirse y arreglarse.
Espejos de gran tamaño
Los espejos de gran tamaño se pueden colgar de la pared o adherir a ella a través de tornillos y tacos. Como el espejo se observa desde la altura de los ojos, la perspectiva permite apreciar el cuerpo entero, aunque el límite inferior del espejo esté varios centímetros por encima del suelo, por lo cual conviene colocarlo de tal forma que su límite inferior no quede a ras del suelo, sino al menos unos 10 o 15 centímetros por encima. De este modo, se previenen pequeños accidentes domésticos (como darle un golpe con el pie) que pueden acabar con el cristal roto.
También existen espejos de cuerpo entero con marcos grandes y pesados, de estilo clásico, que, en lugar de colgarse o empotrarse en la pared, pueden dejarse apoyados sobre el suelo y la pared, formando un pequeño ángulo. Esto aporta un toque de espontaneidad y quita algo del peso tradicional del marco, a la vez que posibilita de este modo que se adecúe mejor a una decoración más moderna.
Conviene que no haya espejos justo frente a sofás u otros sitios destinados al descanso, porque pueden impedir relajarse
Pero se debe tener en cuenta que este último recurso solo se recomienda para sitios amplios. Al estar «despegado» de la pared, el espejo utiliza espacio no solo de la pared sino también del suelo, y si las dimensiones de la estancia son más bien reducidas, aumenta el riesgo de toparse con él y ocasionar algún accidente. También se desaconseja para zonas por donde transiten niños.
Los lugares en los que es mejor que no haya espejos es justo frente a sofás, sillones u otros sitios destinados al descanso. El reflejo en el cristal puede causar que quienes los ocupen se distraigan y no puedan relajarse. Esto también podría ocurrir en los dormitorios, pero como para dormir se apagan las luces, en general no representan un problema en esta estancia.
Al igual que pintar paredes y techos de colores claros, la presencia de espejos es uno de los recursos más habituales cuando se desea crear una sensación de mayor amplitud en una habitación. Pero no basta con colocar un espejo en cualquier parte para lograrlo.
Un cristal puesto frente a una pared vacía y opaca no haría más que multiplicar esa sensación de vacío, y su efecto sería más bien contraproducente. Tampoco resulta positivo que el espejo refleje alguna parte de la casa que, por algún motivo, genere desagrado: un sector que tienda al desorden, una pared o parte del techo con grietas o manchas de humedad, la puerta del cuarto de baño, etc.
Por eso, más allá de que se pueda pensar que en una determinada zona un espejo es una buena opción, conviene realizar primero la prueba de instalarlo allí y comprobar qué imágenes refleja al ser observado desde distintos ángulos.
Lo más idóneo es procurar que refleje una parte bonita de la decoración y, en el mejor de los casos, la luz natural proveniente del exterior. Un espejo colocado de manera oportuna sobre una pared puede tener un efecto parecido al de las claraboyas tubulares, que iluminan con luz natural estancias que no la reciben de manera directa.