Cada vez es más frecuente que las solicitudes para formalizar un crédito sean rechazadas. Por ello hay que recurrir a fórmulas de financiación alternativas. Como se explica a lo largo del siguiente artículo, es posible conseguir liquidez para afrontar imprevistos si se pide dinero a la familia, se demandan adelantos de nómina en la empresa o se contratan productos bancarios específicos.
Alternativas al crédito tradicional
El acceso a un crédito sigue siendo restringido y cada vez para más usuarios. Las razones son varias: bien los solicitantes no cumplen los requisitos, su demanda no está respaldada por patrimonio personal suficiente o las condiciones que imponen los bancos y cajas son demasiado duras. Lo cierto es que, con frecuencia, las solicitudes se rechazan y los particulares deben recurrir a otras fórmulas de financiación para dotarse de liquidez.
No es fácil encontrar un sustituto efectivo al crédito bancario tradicional, pero siempre se pueden buscar alternativas. Hay que saber dónde están situadas las fuentes de financiación: el entorno familiar, el trabajo o productos financieros específicos que pueden anticipar la cantidad necesaria para un determinado momento.
Las alternativas a un préstamo ordinario serán siempre para importes no muy elevados, de entre 1.000 y 10.000 euros
No obstante, estas opciones serán siempre para importes no muy exigentes, de entre 1.000 y 10.000 euros. Para cantidades superiores es muy difícil encontrar una solución, salvo que se recurra a las nunca recomendables empresas de crédito rápido y fácil que, aunque exigen pocos requisitos para acceder a sus productos, aplican un tipo de interés que ronda el 20% y cobran exageradas comisiones.
Fuentes de financiación
A la hora de buscar quién puede prestar dinero, hay que detectar todas las posibilidades, desde las más tradicionales a las que tienen un fuerte componente innovador. Cualquier opción puede ser válida para salir de un apuro en un momento dado:
Solicitar a la empresa en donde se trabaja el adelanto de una o varias nóminas. Esta opción puede darse con cierta frecuencia en las pequeñas y medianas empresas.
Las tarjetas de crédito pueden solucionar más de un problema, aunque incurre en dos inconvenientes que pueden lastrar más que sanear las cuentas de su titular. Por un lado, una tarjeta casi nunca concede más de 2.500 o 5.000 euros como máximo, a no ser que se disponga de un «plástico» de gama alta -con créditos más elevados-. Por otra parte, es habitual que apliquen tipos de interés altos, de entre el 10% y 20%, muy por encima de los que ofrecen los créditos bancarios para particulares.
Contratar una cuenta nómina por la que se pueda acceder a una o varias nóminas de una sola vez. Tienen la ventaja de que no hay intereses ni comisiones, pero es raro que el valor total de estos anticipos sobrepase los 8.000 euros.
Suscribir algunos productos financieros (cuentas, planes de ahorro…) que permiten acceder a un adelanto de la nómina o pensión. Esta opción es solo válida para cantidades no muy elevadas que, por otra parte, hay que reponer con rapidez, en el plazo de unos 30 días como máximo. Sirve para las necesidades más urgentes.
Pedir microcréditos sociales. Si bien se conceden con unas condiciones muy favorables para sus demandantes, tampoco en este caso se pueden alcanzar importes muy elevados, que casi nunca rebasan los 10.000 euros, a no ser que se destinen para la creación de una empresa propia. Tampoco puede acceder a esta clase de productos financieros cualquier persona, pues están destinados a personas en situación o riesgo de exclusión social.
Acudir a los familiares o amigos. Tiene la ventaja de que no se pagan intereses ni comisiones. Conviene que todo quede reflejado con claridad en un contrato entre particulares.
Vender acciones, en el caso de tener algo de dinero invertido. Así se puede disponer de la liquidez necesaria en un momento dado sin endeudarse.
Rescatar parte de las inversiones (fondos de inversión, depósitos, etc.), para no tener que afrontar otros gastos que generan un adelanto del importe (comisiones, penalizaciones, tipos de interés, etc.). En este modelo habrá que tener mucho cuidado, pues en algunos casos se cobran comisiones (entre el 0,50% y 1,50%) por una cancelación anticipada.
Seleccionar a algún avalista (entre familiares y amigos) a quien el banco dé el visto bueno y así poder solicitar un crédito.
Si se es titular de una hipoteca, hay otra opción adicional: demandar un préstamo personal y reunificar todas las deudas. De esta forma, se unen todas las deudas en un solo crédito y se paga una cuota mensual más asequible, ya que lo más probable es que se le aplique un tipo de interés más bajo.
La contrapartida reside en que el periodo para su devolución se ampliará y habrá que pagar la misma cuota durante más años.
Además, hay que tener en cuenta que las condiciones de la reunificación pueden ser bien distintas en cada entidad y que también influye el dinero que se adeuda. Si un cliente se decanta por este producto financiero, debe saber que son numerosas las entidades de crédito y bancos que proporcionan esta propuesta crediticia bajo condiciones de contratación mejores que las de los préstamos al consumo ordinarios.