Un préstamo solo debe contratarse cuando sea imprescindible, cuando no haya más salida a una precaria situación económica. Nunca debe hacerse como consecuencia de un capricho o para adquirir bienes o servicios innecesarios. Además, conviene saber que se puede contar con otras alternativas de financiación más atractivas para los bolsillos de los usuarios, que no requieren del pago de intereses y comisiones, dos aspectos que aplican todos los préstamos y que puede elevar el nivel de endeudamiento de las familias. A continuación se aborda en qué situaciones es recomendable pedir dinero prestado al banco.
Un crédito, como último recurso
Son infinidad las personas que solicitan un préstamo para afrontar gastos necesarios como la educación de sus hijos, formalizar sus deberes con el fisco o destinar el dinero para algún tratamiento médico. Pero, también, es habitual que esta demanda alcance a otras necesidades menos importantes como viajes, la compra de un vehículo, fiestas familiares como bodas y comuniones o financiar el consumo.
Las posibles comisiones de estudio, apertura, cancelación o amortización anticipada pueden encarecer el préstamo entre un 1% y un 3%
Estas líneas de financiación proliferan, ya que la mayoría de las entidades de crédito las confeccionan y comercializan entre sus clientes, para todo tipo de destinos. Hay un producto para cada ocasión, y la tentación es tan fuerte que son numerosos los clientes que no pueden resistirse ante esta oferta y optan por contratar un crédito cuando se ven en un cierto apuro.
Pero conviene tener cuidado y conocer la otra cara de la moneda: hay que devolverlos en un plazo más o menos razonable, las demoras se penalizan, y aplican un interés que puede oscilar entre el 6% y 12%. No quedan aquí los gastos que genera un crédito, ya que hay que sumar las posibles comisiones que incorpore el préstamo, que pueden ser de estudio, apertura, cancelación o amortización anticipada, algo que encarece el producto entre un 1% y un 3%.
Sin embargo, más que una ayuda, un préstamo puede ser, a la larga, un problema y producir un incremento en el nivel de endeudamiento de sus titulares, situación que se debe evitar por todos los medios posibles. ¿Cómo? Basta con tener claro que solo debe solicitarse en caso de necesidad y conocer la existencia de alternativas de financiación, como la familia, los anticipos de nómina, o la venta de productos de inversión que tengan plusvalías.
Cuándo solicitar un crédito
Una demanda racional es el camino más recto para que los niveles de endeudamiento no agobien a las economías de las familias. Solo debe recurrirse a un crédito -y más aún en la coyuntura actual-, si es necesario para cubrir las necesidades básicas.
¿Cuándo es, por tanto, el momento oportuno para demandar un préstamo al banco o caja de ahorros? Algunas recomendaciones de interés sobre en qué situaciones pedir dinero prestado al banco son las siguientes:
Cuando el acceso a un bien necesario (vivienda, coche, etc.) no pueda formalizarse a través de los ahorros. Al solicitar un préstamo, debería negociarse con las mejores condiciones del mercado y con los tipos de interés y las comisiones más bajos, para así poder amortizarlo mejor en los próximos años o meses.
A partir del momento en que no se puedan obtener las cantidades a través de familiares o amigos.
Cuando tampoco se puedan solicitar uno o varios adelantos de la nómina para captar los recursos necesarios.
Tras haber agotado otras opciones menos convencionales, entre las que se encuentran recurrir a los ahorros depositados en productos de ahorro o planes de inversión.
Si no se puede optar por la venta de un producto de renta variable.
Cuando solo se dependa de una nómina o pensión para afrontar los gastos.
En el caso de que, además, si se puede responder de su devolución sin agobios.
Las cifras publicadas en fechas recientes por el Banco de España constatan que durante el mes de octubre del pasado ejercicio la deuda de las familias españolas registró un nuevo descenso del 4,1% anual hasta sumar un total de 838.072 millones de euros, el nivel más bajo desde mayo de 2007. En términos acumulados desde que la deuda alcanzó su cota máxima en un mes de octubre, que fue justamente en 2008 al inicio de la crisis económica (cuando sumó un total de 910.170 millones), los hogares han logrado disminuir su pasivo en un 7,9%.
Esta caída se debe, sobre todo, al desplome experimentado por los créditos para la adquisición de vivienda, cuyo saldo ha pasado de los 677.414 millones de octubre de 2008 a los 645.440 millones de este octubre pasado, un 4,7% menos desde el estallido de la crisis. Otra causa también es la renuncia a otras fuentes de financiación para la compra de vehículos, viajes, reformas del hogar, asuntos familiares o para el consumo.