Los consumidores no son los únicos que deben concienciarse a la hora de comprar de forma ecológica. De hecho, la Administración Pública, cuyo gasto equivale al 18% del Producto Interior Bruto (PIB) de la Unión Europea, tiene también una gran responsabilidad. En este sentido, diversas experiencias en todo el mundo demuestran que la contratación con criterios ecológicos permite el ahorro de miles de euros y una reducción importante del impacto medioambiental. Sin embargo, a pesar de que la legislación exige el aumento de la “compra pública verde”, diversos estudios y expertos señalan que en España todavía hay un largo camino por recorrer.
Beneficios de la compra pública verde
Los expertos reconocen que cambiar los hábitos de compra de una Administración puede resultar al principio difícil, más aún cuando el coste inicial de algunas de estas medidas puede ser más elevado que lo que supone seguir con los planes convencionales.
Las medidas que implica la compra pública verde son en su gran mayoría sencillas y su gasto inicial se acaba amortizando
Los cambios que las administraciones pueden llevar a cabo y sus contrapartidas ecológicas y económicas son muy diversos:
- La compra pública de productos y sistemas ecológicos, además de reducir la explotación de recursos naturales y la generación de residuos, permitirá ampliar la demanda de este sector aún incipiente y, con ello, podrá ofrecer mejores precios. Por ejemplo, se pueden usar materiales de oficina ecológicos, ordenadores “verdes”, productos reutilizables, reciclados y con etiquetas ecológicas, sistemas sostenibles de gestión de residuos, etc.
- La implantación de sistemas basados en energías renovables y en la eficiencia energética ahorrará una gran cantidad de dinero en electricidad y, de paso, contribuirá a reducir el cambio climático y los demás impactos ambientales relacionados con el consumo energético. Por ejemplo, a la hora de construir o reformar un edificio, se pueden tener en cuenta criterios bioclimáticos, de energía cero, etc. Y lo mismo ocurre con los sistemas de ahorro y eficiencia para el agua.
- La puesta en marcha de un verdadero sistema de transporte público sostenible ahorrará dinero en energía y reducirá la contaminación, ofreciendo a los ciudadanos una mejor calidad de vida.
- La imagen pública de la Administración mejora al volverse más “verde” y se convierte en ejemplo para el resto de los ciudadanos.
En este sentido, los expertos en compra pública verde recuerdan que se trata de una estrategia que combina varias decisiones, como contratar productos y servicios a proveedores con criterios sostenibles; analizar el ciclo de vida de los productos para minimizar en su conjunto sus posibles impactos medioambientales; mantener la competitividad de los precios con sistemas como el precio tope, por el que se está dispuesto a pagar un porcentaje de más a los proveedores o suministradores siempre que se demuestre los beneficios ecológicos; obligar a los responsables de una obra o una concesión de carácter público a que asuman criterios respetuosos con el medio ambiente; aplicar consultorías medioambientales, etc.
Escasa implantación en España
En 2008, se aprobaba el Plan de Contratación Pública Verde aplicable a la Administración General del Estado. El texto introduce los criterios sociales y ambientales en los procesos de compra públicos para adaptarse así a la normativa europea. En este sentido, la Declaración de Lisboa del año 2000 se refiere también a la compra pública verde como “contratación pública responsable”, y establece como objetivo que la Administración europea sea más eficiente y sostenible antes de 2010.
Asimismo, la campaña Procura+ pretende introducir los criterios europeos de contratación pública verde en todos los Estados miembros. En España la organización Bakeaz y el Ecoinstitut de Barcelona son los responsables de su correcta implantación.
La Declaración de Lisboa del año 2000 se refiere a la compra pública verde también como “contratación pública responsable”
Ejemplos mundiales
La Administración española no es la única de la UE que suspende en sus deberes de compra pública verde. Según un estudio elaborado por la Comisión Europea entre 2005 y 2006, el porcentaje real de implantación de este sistema se reduce al 37%. Los países con una Administración Pública más ecológica fueron Austria, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Suecia, Países Bajos y Reino Unido. En este sentido, en España se podrían seguir diversos ejemplos de administraciones europeas que han llevado a cabo exitosas medidas de contratación pública responsable.
Pero los ejemplos no se reducen a la capital. La Administración de la ciudad de Wiener Neustadt emprendió en 1996 una iniciativa para volver más ecológica la utilización de productos de limpieza. Sus responsables redujeron su uso entre un 20% y un 30%, y se ahorró más del 30% del presupuesto destinado a este concepto. Y en la provincia de Voralberg, 96 municipios pequeños se unieron en 2001 para asumir un sistema de compra compartida que les ha permitido ahorrar 6.400 euros en materiales de oficina y 410.000 euros en equipos informáticos.
El porcentaje real de implantación de este sistema en la UE se reduce al 37%
En el apartado del transporte, también se pueden encontrar iniciativas muy interesantes. El proyecto ZEUS ha reunido a ocho municipios europeos para la contratación conjunta y puesta en funcionamiento de vehículos de baja o nula contaminación. Por ejemplo, en Oslo la contratación conjunta de este tipo de vehículos ha permitido un ahorro de entre el 10% y el 50%.
El apartado energético también ofrece casos dignos de estudio. La Universidad inglesa de Sheffield Hallam decidía en 2002 cubrir el 5% de su electricidad con energía verde; en el sureste de Brabante (Países Bajos), la iluminación de casi todos los edificios públicos y la urbana provienen de energías limpias; en 2001, 21 municipios de la región de Einhoven cubren el 75% de su consumo eléctrico con un proveedor verde; etc.
Asimismo, las obras públicas podrían ser más respetuosas con el medio ambiente si se siguieran ejemplos como los de París. En la capital francesa, las empresas licitadoras están obligadas a seguir un código de conducta ecológico, En caso de incumplirlo, el contrato puede darse por finalizado y quedar excluidas para futuras convocatorias.