¿Es imprescindible la cirugía ante una apendicitis?

La intervención quirúrgica de la apendicitis ha sido siempre la primera opción, pero los antibióticos posibilitan un tratamiento conservador
Por Teresa Romanillos 18 de noviembre de 2011
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Imagen: tainara

A una de cada dos mil personas se le practica una apendicetomía en algún momento de la vida. Más de un siglo después de su identificación y tratamiento mediante cirugía, la inflamación del apéndice mantiene algunos misterios para la medicina. El diagnóstico no siempre es fácil y se calcula que de todos los pacientes que se someten a una intervención quirúrgica con sospecha de apendicitis, en un 15% de los casos, no se confirma. Los errores son más frecuentes entre personas jóvenes, sobre todo, en mujeres en edad fértil.

Las primeras apendicetomías datan de 1886 en pacientes con apendicitis perforadas. El tratamiento quirúrgico ha sido siempre la primera opción. Sin embargo, desde el desarrollo de los antibióticos, se ha planteado en diversas ocasiones la posibilidad de un tratamiento conservador, sin necesidad de pasar por el quirófano. Un estudio recién publicado compara la efectividad y seguridad del tratamiento quirúrgico con el conservador a base de antibióticos. Es un meta-análisis en el que analizan los datos de cuatro estudios que engloban a 741 pacientes: 351 tratados con cirugía y 390 con antibióticos.

Antibióticos o cirugía para la apendicitis

En el estudio citado, la valoración en la eficacia de cada tratamiento fue distinta. Se consideró como eficaz el tratamiento con antibióticos si al cabo de un año no se había requerido cirugía y, en el caso de que la opción fuera quirúrgica, esta se consideró como eficaz si en el momento de la operación se había confirmado una apendicitis aguda. Los resultados mostraron que la eficacia del tratamiento con cirugía fue mayor que la del grupo con antibióticos, aunque las complicaciones también fueron más frecuentes en este grupo.

Por otro lado, la tasa de dolor y consumo de analgésicos fue menor en el grupo conservador con antibióticos, igual que el descenso de la fiebre y el número de leucocitos. En cuanto a la estancia hospitalaria, el tiempo de recuperación y los costes económicos, los resultados fueron ambiguos, ya que solo se hallaron diferencias significativas en uno de los cuatro estudios del meta-análisis. La conclusión del trabajo es que, por sí solo, el tratamiento conservador es menos efectivo, pero puede disminuir la tasa de complicaciones e infecciones si se combina con la cirugía.

El tratamiento antibiótico solo es menos efectivo, pero combinado con la cirugía puede disminuir la tasa de complicaciones en apendicitis

Otra cuestión planteada es si la cirugía debe ser abierta o mediante laparoscopia. En las apendicetomías laparoscópicas, la intervención se realiza a través de tres pequeñas incisiones, mientras se observa una imagen ampliada de los órganos internos del paciente en una pantalla de televisión. Los resultados pueden variar según el procedimiento y el tipo de paciente, pero en general, hay menor dolor posoperatorio y la recuperación es más rápida.

Si bien esta técnica de abordaje supone muchos beneficios, no puede realizarse en todos los casos: es más difícil si hay una infección severa o si el apéndice se ha perforado. Un estudio publicado en la revista ‘Archives of Surgery’ demuestra que la laparoscopia es la mejor opción en los niños. Se evaluaron 7.650 pacientes menores de 18 años y se confirmó que con esta técnica hay menos infecciones y drenajes de abscesos, así como hospitalizaciones más cortas.

Un apéndice misterioso

El apéndice es un órgano cuya función es objeto de controversia. Son muchas las hipótesis que giran a su alrededor. Una de ellas es la utilidad de este pequeño fondo de saco de entre 5 y 10 cm de longitud, hallado cerca de la conexión entre los intestinos grueso y delgado. Su origen es desconocido, aunque se teoriza que es el vestigio de un órgano ancestral especializado en la digestión de material vegetal, propio de una alimentación principalmente herbívora.

Su función actual no es menos discutida: se cree que podría tener un papel en el mantenimiento de la flora intestinal, pero también hay teorías inmunológicas y endocrinológicas, de modo que el debate está lejos de resolverse. A pesar de los grandes avances de la medicina, la apendicitis es todavía un problema frecuente que requiere una actuación inmediata.

Un virus, ¿el culpable?

Las causas de la apendicitis, la urgencia abdominal quirúrgica más frecuente, son todavía hoy motivo de estudio, aunque algunas líneas de investigación parecen arrojar algo de luz al misterio. Este es el caso de un trabajo que analiza datos recogidos durante 36 años y que postula que esta inflamación podría tener su origen en una infección viral. Los investigadores del Centro Médico del Sudoeste de la Universidad de Texas (EE.UU.) observaron que la incidencia de la dolencia era parecida a la de otras infecciones virales, como la gripe, o determinados virus intestinales.

El equipo liderado por Edward Livingston analizó la incidencia de la enfermedad desde 1970 hasta 2006 y detectó una tendencia estacional que se concentraba en el verano, así como picos en el número de casos en algunos años. A pesar de que no hay evidencias estadísticas que indiquen que estas cúspides estén asociadas a algún brote vírico, sí sugieren que detrás de la infección podría haber una misma causa, es decir, un patógeno o un factor ambiental común que podría actuar como desencadenante.

En el estudio, los investigadores compararon la dinámica de desarrollo de la apendicitis con varias enfermedades comunes y algunos virus intestinales para encontrar una posible relación, pero descartaron todos los analizados. Incluso consideraron la gripe, pero esta se desarrolla sobre todo en otoño e invierno, al contrario que la inflamación del apéndice. No obstante, se considera que el virus de la gripe podría sensibilizar al organismo y facilitar que algún otro factor desencadenara la enfermedad.

INFLAMACIÓN DEL APÉNDICE POR UN FACTOR MEDIOAMBIENTAL

Otra posibilidad que se ha valorado es que algún factor ambiental provoque la inflamación del apéndice. Esta fue la hipótesis de un grupo de científicos de la Universidad de Calgary, en Canadá, para quienes el factor desencadenante podría ser ambiental. Así lo demostraron en un estudio publicado en la revista ‘Canadian Medical Association Journal’. El equipo, liderado por Gilaad G. Kaplan, emparejó los datos de más de 5.000 adultos ingresados por apendicitis con las cifras de los análisis de la calidad del aire de la semana anterior al día del ingreso del paciente y comprobaron que había una correlación entre ambas variables.

El número de afectados fue mayor cuando se registraron altos niveles de ozono (O3) y dióxido de nitrógeno (NO2). Los autores indican que esto podría explicar el aumento de la incidencia durante el verano, ya que en esta época se está más expuesto a la contaminación ambiental debido al gran número de actividades al aire libre. El mecanismo por el cual la contaminación podría inducir la inflamación del apéndice se desconoce, aunque parece que se ha comprobado que la inhalación e ingesta de determinados contaminantes conduce a la expresión de TNF (Tumor Necrosis Factor), un potente agente pro-inflamatorio.

Es probable que su causa dependa de varios factores. El hecho de que haya muchas teorías indicaría varias posibilidades. Puede haber virus implicados, bien de forma directa o indirecta, y en otros casos, cualquier pequeña inflamación o torsión facilitaría la proliferación de bacterias en el apéndice.

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