Tomar el sol puede convertirse en una peligrosa adicción. Conocida como tanorexia, está considerada un trastorno psicológico que puede conducir a graves problemas dermatológicos, como al envejecimiento prematuro del rostro. Las personas que la sufren están muy morenas, pero cuando se miran al espejo no se ven bronceadas. La razón es que sufren un trastorno dismórfico corporal, como les sucede a las personas que sufren trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia, según explica el psicólogo y coordinador del Instituto Superior de Estudios Psicológicos, ISEP en Castellón, Ferran Martínez.
La tanorexia es la adicción u obsesión por estar bronceado todo el año. Las personas que la sufren se miran al espejo, no se gustan, y quieren mantener ese bronceado todo el año. Además, aunque estén muy bronceadas, no se ven lo suficientemente morenas. Por eso, se dedican a exponerse al sol todos los días, en la playa o acudiendo a un solarium dos o tres veces a la semana o tomando rayos UVA para mantener el color. Esta adicción por el bronceado provoca malestar, irritación, ansiedad e, incluso, síndrome de abstinencia, ya que si no toman el sol se ven mal. Llegan a estar tan irritadas que pueden perder los nervios y sufrir dolores musculares. Esto no es lo mismo que tomar baños de sol de forma normal; estar bronceados nos gusta a todos.
Sí, se puede considerar un trastorno dismórfico corporal. Estas personas no están a gusto con su imagen. Las partes que no gustan siempre se ven más grandes, tanto si es la nariz, la barriga o un insidioso grano. Y, evidentemente, esto se hace más patente en la anorexia. Tienen un problema de autoestima y de imagen corporal.
La señal de alarma, contando las horas de exposición al sol es difícil de calcular, depende de cada persona. Pero se puede decir que son personas que cada media hora libre que tienen se dedican a tomar el sol, sea donde sea e, incluso, tienen un aparato de rayos UVA en casa. En estos casos es fácil sospechar que se está ante una obsesión por ponerse moreno. Pero es muy difícil cuantificar a partir de qué momento una persona tiene esta adicción. Los sujetos tanoréxicos se exponen tres o cuatro veces a rayos UVA durante la semana o toman el sol a diario entre dos horas y tres horas.
“La tanorexia es un trastorno psíquico que puede conducir a lesiones graves en la piel, como cáncer”
Este tipo de trastorno dismórfico corporal suele afectar por igual, aunque en la clínica observamos más mujeres, quizás porque están más interesadas por la estética. Por cada hombre que consulta por tanorexia, tenemos tres mujeres con este problema. De momento, no hay excesivas consultas por este trastorno ya que todavía no existe conciencia de que es un problema de salud, a menos de que se haya acudido al dermatólogo por problemas cutáneos y éste haya visto que la persona tiene tanorexia.
Sí, se ve más en las zonas de costa, pero también las grandes capitales como Madrid o París, donde la gente acude a las terrazas o solariums y se expone al sol, o toma rayos UVA. Igual que en las zonas de costa, en las grandes ciudades la gente quiere estar bronceada, por que es signo de bienestar, de haberse ido de vacaciones o a esquiar. Además, lucir un color broceado favorece. De la misma manera, es lo que aparece en publicidad: modelos, futbolistas o famosos lucen un estético bronceado.
El tratamiento es similar al de un problema de anorexia: se trabaja la baja autoestima y la imagen corporal para que las personas afectadas integren que su valor personal no depende del color de la piel. También se incide en la prevención de la respuesta, no se permite tomar el sol ni exponerse a los rayos UVA.
De momento, hasta que la persona llegue a tener un control sobre la adicción. No se les permite tomar el sol, por lo menos sola; debe ir acompañada de un allegado, en pareja o con familiares. También se incide en programas de relajación para controlar la ansiedad que produce no poder tomar el sol y los pensamientos negativos. A medida que recupera la autoestima, el paciente comenzará a sentirse mejor y dejará de tomarlo.
Depende de cada caso. Nosotros aplicamos sesiones quincenales de psicoterapia de una hora. Hay quienes con tres meses de tratamiento tienen suficiente, otros pacientes precisan seis meses y hasta un año.
En los casos graves, en los que ya hay signos en la piel, sí. Algunas personas tanoréxicas jóvenes están en una franja de edad en la que no tienen lesiones importantes, pero por encima de los 30, 35 y 40 años, sí les recomendamos que se hagan una revisión visitando al especialista para descartar enfermedades dermatológicas.
Sí, la tanorexia propiamente dicha está centrada en personas con piel blanca, caucásica. Pero hay una variante de tanorexia, a la que todavía no se le ha puesto nombre, que es la de las personas afroamericanas que quieren decolorarse, como el caso del cantante Michael Jackson -la piel blanca se asocia a más prestigio social. Es la tanorexia a la inversa.
Sí, puede estar asociado a trastornos alimentarios, como la anorexia, o a hipocondrías. Lo que también sucede es que hay personas en las que este trastorno puede derivar en otro.
Desde siempre se han detectado personas adictas a tomar el sol, en la playa o con rayos UVA. Pero en los últimos años, los casos de afectados por esta obsesión ha ido creciendo. “Los centros de solarium y de aparatos de rayos UVA sacaron ofertas de tickets para sesiones de bronceado ya hace siete años, y esto se ha notado con un aumento de casos de tanorexia”, explica Ferran Martínez. Esta misma tendencia al alza ha propiciado que se le pusiera nombre a la obsesión. De modo que el término tanorexia surge del inglés “tan”, que significa broncearse o ponerse moreno, y “orexis”, del griego, que quiere decir apetecer o apetito.
La tendencia al aumento no es el único problema relacionado con la tanorexia que observan los psicólogos. A ella se suman las recaídas que pueden producirse, como ocurre en cualquier otra adicción. Hay dificultades en la vida, situaciones estresantes o hechos traumáticos que pueden favorecerlas, comenta Martínez. No obstante, cuando se producen no todo son malas noticias, según Martínez, “es más fácil hacerles frente”.
De nuevo, el objetivo es conseguir que los pacientes restrinjan el tiempo que toman el sol o que van al solarium. Y, con este fin, se les ofrecen consejos para esta segunda fase y se vuelve a trabajar en el refuerzo de la autoestima y las ideas que tienen de su persona, para que aprendan a estar bien consigo mismos.