El verano es tiempo de exposición al sol. Buena parte de la población ya ha tomado nota de la necesidad de proteger la piel, pero los casos de melanoma siguen en aumento pese a que la mayoría, salvo contadas excepciones, son evitables. ¿Cómo deben ser las cremas solares? ¿Cómo han de aplicarse y qué se debe verificar en los envases? Eduardo García Rico, jefe de la Unidad de Oncología del Hospital Universitario de Madrid Torrelodones, responde a estas cuestiones y detalla, además, en qué consiste el nuevo tratamiento quirúrgico del melanoma.
Cada vez más. Entre las enfermedades oncológicas, es la quinta en incidencia anual, referida al número de nuevos casos en un año.
“Las cremas de protección solar deben ser efectivas ante los rayos ultravioletas A y B”
Sobre todo, desde mediados del siglo pasado. En general se desarrolla en edades avanzadas, ya que el riesgo es acumulativo desde la juventud, cuando se inicia la exposición solar. La moda de tomar el sol empezó en la década de los cincuenta, cuando los jóvenes comenzaron a exponerse a los rayos. Por ello, los efectos del melanoma se notan a partir de los 60 años, cuando aumenta la incidencia. Entre los jóvenes, el cáncer de piel es muy raro si no se asocia a un problema genético.
Siempre, excepto en procesos en los que interviene la genética y en ciertas anomalías hereditarias, pero no son frecuentes. Salvo en esos casos, se puede prevenir en un porcentaje muy importante porque el factor fundamental que favorece el desarrollo de un melanoma es la exposición solar que, en ocasiones, ocurre durante la actividad laboral. En muchos cánceres de piel -muy frecuentes y no sólo en el caso del melanoma- que tienen un comportamiento benigno, como los epiteliomas, la primera tumoración se debe a la exposición al sol. El melanoma se forma por los rayos ultravioletas y, con un control de la exposición al sol, se podría prevenir.
“Con una primera visita al dermatólogo, se puede definir el riesgo que tiene cada persona de cáncer de piel”
Estas cremas se definen por el factor de protección frente a los rayos ultravioletas. Tienen que ser capaces de filtrarlos. Las compañías que las fabrican contraen un compromiso entre la efectividad del filtro y la transparencia de las cremas, un aspecto del que se encarga la cosmética, pero lo fundamental es que filtren los rayos ultravioletas B y A, aunque los peligrosos son los B.
Sólo algunos fabricantes lo plasman junto con la composición química, quizá porque no es obligatorio. En cualquier caso, la población debería verificar en la composición de las cremas solares que filtren los rayos ultravioletas B y A.
“Las cremas protectoras prolongan el tiempo hasta que el efecto del sol empieza a ser nocivo”
El factor de protección no es absoluto: es el tiempo que tarda en quemarse la piel sin crema. Si el factor de protección es 5, significa que tarda 5 minutos y así sucesivamente. Las cremas protectoras prolongan el tiempo hasta que el efecto del sol empieza a ser nocivo, pero la protección nunca es absoluta. Cada persona tiene que ponerse crema en función del factor de protección de ésta para estar siempre protegida de forma adecuada. Además, según el tipo de piel, es necesario aplicarlas más a menudo. Algunas pieles más oscuras, que tienen un filtro natural a los rayos ultravioleta, la melanina, están más protegidas, mientras que los albinos no tienen ninguna protección.
Ninguna crema es totalmente efectiva frente a los rayos ultravioletas. Hay dos procedimientos de protección: los químicos, que neutralizan los rayos ultravioletas, y los físicos, que intentan reflejarlos y que son más eficaces frente a los B. Pero lo más probable es que las cremas con esta pantalla física no sean transparentes y, si lo son, es difícil que su protección sea absoluta.
“Si el diagnóstico de melanoma se realiza de manera prematura, la enfermedad es curable”
Es incuestionable. Los rayos ultravioletas activan los melanocitos, un mecanismo del organismo para protegernos del sol, encargado de producir melanina. Cuando este mecanismo se activa de forma persistente, se origina una degeneración o alteración genética del mismo, que se sobreactiva por exposición.
No es necesario de forma anual, pero al menos una vez en la vida sí se debería acudir al dermatólogo. Con una primera visita, se puede definir el riesgo que tiene cada persona de cáncer de piel. Después, se decide si se necesita una revisión cada año, cada seis meses o cada diez años, en función del riesgo. Hay manchas que se asocian a un mayor riesgo que otras y, por lo tanto, no tiene sentido aplicar el mismo plan de screening (o cribado) a todo el mundo.
“Ante una mancha irregular, de aspecto feo, que ha cambiado de forma o tamaño y sangra, hay que acudir al médico lo antes posible”
El tratamiento, como en todos los cánceres, depende de que el diagnóstico se realice de manera prematura. En este caso, la enfermedad es curable. Si se llega a tiempo, el tratamiento es radical y consiste en extirpar la mancha sospechosa para luego biopsiarla. En cambio, si se elimina la mancha por otros procedimientos, como ocurre cuando se quema, sin poder realizar una biopsia, nos quedamos sin diagnóstico. Sólo con el tratamiento quirúrgico no podemos saber con certeza que es una mancha fea, que sangra e irregular. Siempre hay que quitarla para hacer una biopsia que determine si es un melanoma o no y, en caso positivo, aplicar el tratamiento estándar para este tipo de cáncer.
El melanoma es un tipo de tumor que tiende a diseminarse a través de los ganglios linfáticos. Antes, en el caso del melanoma que se extraía en una situación localizada y avanzada, el tratamiento estándar pasaba por extraer los ganglios -inguinales, si se encontraba en la pierna, o axilares, si estaba en el brazo- para atajar su extensión al resto del organismo. Pero esta técnica tradicional, la linfadenectomía, causaba problemas de drenaje o edema (linfedema). Por eso, la técnica moderna consiste en extraer sólo el primer ganglio de una cadena linfática -“gánglio centinela“- y comprobar, también mediante biopsia, si hay metástasis. Si está libre de enfermedad, lo más probable es que el resto de ganglios estén libres de enfermedad.
El pronóstico del melanoma, como ocurre en otros cánceres, siempre depende del estadio en el que se haya detectado. Cuando esto sucede en fases muy precoces, basta con extirpar la lesión y ampliar la resección quirúrgica a los bordes, para asegurarse de que no afecte a ninguna zona próxima al ganglio centinela. Si esto es así, el melanoma se cura. Incluso, Eduardo García Rico se atreve a afirmar que “se curan todos”.
En cambio, cuando la enfermedad está en una fase avanzada, aunque el melanoma se extirpe, siempre hay riesgo de que no se haya extraído por completo. Por lo tanto, para diagnosticarlo a tiempo es fundamental la prevención y acudir al médico lo antes posible ante la presencia de una mancha irregular que cambia de forma o tamaño y sangra. Una vez que se opera, apenas queda otra secuela más que la propia de la intervención. Según explica García Rico, “en ocasiones, debe hacerse una aplicación en profundidad para extraerlo, que requiere un injerto y realizar una reconstrucción en la zona. El resultado es la secuela estética propia de la extirpación de una lesión en la piel”.
En cuanto a la persona operada a consecuencia de un melanoma, puede tomar el sol mientras “se aplique el sentido común”, según García Rico. Tan nocivo es tumbarse bajo el astro rey en la playa sin ningún tipo de protección, como ocultarse de él y salir sólo por la noche, ya que la luz solar tiene efectos positivos sobre el organismo, como el aporte de vitamina D. No obstante, en un país como España, esta vitamina ya se consigue en suficientes cantidades a través de la nutrición, advierte García Rico.
Este especialista cree imprescindible que toda la población siga las medidas de protección frente a la exposición solar, tanto si ha sufrido un cáncer de melanoma como si no. Recuerda que quienes han tenido un cáncer cutáneo debido a una exposición al sol durante el trabajo, deben protegerse, sobre todo, las manos y la frente, donde se desarrollan de forma más frecuente los epiteliomas.