En los últimos diez años ha aumentado el interés sobre los posibles efectos del calcio y la vitamina D en la salud humana. Se han buscado relaciones entre estos nutrientes y posibles beneficios en ámbitos tan dispares como la prevención del cáncer, la diabetes, la preeclampsia durante el embarazo, una mayor inmunidad o el control del peso corporal, entre muchas funciones esenciales para la vida. Sin embargo, la evidencia científica no ha confirmado todavía los amplios efectos beneficiosos sobre la salud que se suponen al calcio y a la vitamina D. Esta información proviene, a menudo, de estudios con resultados confusos y no concluyentes. La preocupación actual se centra, incluso, en los posibles efectos perjudiciales de un consumo excesivo ligado a la ingesta de suplementos vitamínicos y de minerales.
Con el fin de aclarar estos aspectos, el Instituto de Medicina (IOM) de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos ha publicado una actualización que revisa la evidencia científica en relación con los posibles efectos de la vitamina D y el calcio sobre la salud. Al mismo tiempo, se han actualizado las ingestas dietéticas de referencia (Dietary Reference Intakes), es decir, los valores de referencia de nutrientes que debe contener una dieta para prevenir las enfermedades deficitarias, reducir las enfermedades crónicas y conseguir una salud óptima, gracias al aprovechamiento del potencial máximo de cada nutriente. Este último aspecto es fundamental, ya que hay cierta controversia acerca de los posibles déficits de vitamina D y calcio en la población.
Nutrientes que mejoran la salud ósea
El calcio es el nutriente más reconocido respecto a la mejora de la salud de los huesos, de la misma forma que es amplia la aceptación del rol de la vitamina D en la salud ósea. Un cuerpo importante de evidencia científica, proveniente de estudios rigurosos, corrobora la importancia del calcio y de la vitamina D en el crecimiento y mantenimiento del hueso.
Sin embargo, la salud ósea está influida por otros nutrientes, como la vitamina K, el fósforo, el magnesio y el flúor. En el crecimiento, la composición y la masa del esqueleto influyen varios factores, de los cuales la nutrición es solo uno. No se puede pasar por alto el hábito tabáquico, que aumenta la pérdida de hueso y disminuye la absorción intestinal de calcio, y la actividad física, que actúa de forma positiva al mejorar la regeneración ósea. La Organización Mundial de la Salud considera que las fracturas osteoporóticas disminuirían en un 18% si se eliminase el sedentarismo en Europa. Otros factores con un papel central en la salud ósea con efectos limitantes son el sodio o la cafeína, que pueden perjudicar al metabolismo del calcio o a la formación del hueso.
Más allá de la salud ósea
El IOM ha evaluado los estudios que analizan los efectos de la vitamina D y el calcio sobre el cáncer, la enfermedad cardiovascular y la hipertensión, la diabetes y el síndrome metabólico, las caídas y el rendimiento físico, la respuesta inmunitaria y los desórdenes inmunitarios, el funcionamiento neuropsicológico, el rendimiento físico, la preeclampsia y la función reproductiva.
La relación entre la tasa de incidencia del cáncer, la vitamina D y el calcio no está demostrada de manera suficiente
Sus conclusiones indican que la información acerca de los beneficios para la salud, más allá de la salud ósea, publicados a menudo por medios de comunicación no científicos, proviene de estudios con resultados confusos, no concluyentes y, por lo tanto, no fiables. No hay relación causa-efecto ni efectos dosis-respuesta, sino que de momento habría que considerar todo este cuerpo de información como hipótesis, aunque de interés creciente.
En el caso concreto del cáncer, los expertos reconocen un interés potencial entre la tasa de incidencia de la enfermedad y la vitamina D (y el calcio), pero insisten en que esta relación todavía no está demostrada de manera suficiente. Es más, parece haber un aumento de la tasa de incidencia de algunos tipos de cáncer asociado a niveles elevados en sangre de un metabolito de la vitamina D o a ingestas elevadas de ésta. Hay que ser prudentes, por lo tanto, al otorgar beneficios a estos nutrientes.
Ingestas diarias recomendadas
El comité de expertos del IOM concluye que la mayoría de estadounidenses y canadienses ingieren dosis adecuadas de ambos nutrientes e, incluso, se estima que hay cierto riesgo por exceso, asociado al consumo de alimentos enriquecidos y de complementos dietéticos. Los datos referentes a la población europea indican ingestas variables de vitamina D en función del país, con valores superiores para los países nórdicos, comparado con las ingestas en España, Italia o Grecia. Según el «Libro Blanco. Las vitaminas en la alimentación de los españoles. Estudio eVe», publicado en 2001, la ingesta de vitamina D de la población española cubre entre el 50% y el 60% de las recomendaciones. El informe publica que para el calcio la ingesta se sitúa alrededor de 1.000 mg/día.
Determinar las ingestas recomendadas de vitamina D es complicado porque los niveles en el cuerpo de esta vitamina no provienen solo de la dieta, sino también de la síntesis que se realiza en la piel a partir de la luz solar. La cantidad de exposición solar que se recibe difiere mucho entre individuos y, además, hay que tener en cuenta las recomendaciones de precaución respecto al sol para prevenir el cáncer de piel. Por ello, el IOM ha asumido una exposición solar mínima al fijar las ingestas dietéticas de referencia de esta vitamina y ha establecido una media de 10 mcg/día (o 400 UI) para personas menores de 71 años, y el doble para los mayores de esta edad.
Respecto al calcio, el nuevo documento del IOM estima que los niños de 1 a 3 años necesitan unos 500 mg diarios para cubrir sus requerimientos de este mineral. De los 4 a los 8 años, la cantidad necesaria es de 800 mg, mientras que los adolescentes son el grupo que necesita cantidades más elevadas para mantener el crecimiento óseo (1.300 mg). Las mujeres de edades comprendidas entre 19 y 50 años y los varones hasta 71 años necesitan una media de 800 mg, mientras que las mujeres a partir de 50 años y los hombres a partir de 71 deberían tomar 1.000 mg/día para asegurar que cubren las necesidades diarias.
El calcio es el mineral más abundante en el organismo, al conformar alrededor del 2% del peso total. El 99% del calcio corporal se localiza en el hueso y el resto, en los líquidos intra y extracelulares, donde desempeña procesos funcionales importantes. Es reconocida su participación en la formación y mantenimiento de los huesos y dientes, pero también es esencial en la transmisión del impulso nervioso, la excitabilidad neuronal y la formación de neurotransmisores, la coagulación sanguínea, el control de los procesos de transporte en las membranas celulares, etc. En general, se absorbe entre el 25% y el 40% del calcio de los alimentos y, en situaciones especiales como el embarazo, esta absorción se incrementa de forma considerable y puede llegar hasta el 60%. La absorción depende de una hormona derivada de la vitamina D, por lo que ambos nutrientes están relacionados.
La vitamina D o colecalciferol interviene en el mantenimiento de los niveles de calcio y fósforo normales, al estimular su absorción intestinal y la reabsorción en los riñones. Además, participa en el crecimiento y maduración celular, entre otras funciones. Esta vitamina puede fabricarla el propio organismo gracias a la luz solar, ya que las células de la piel son capaces de convertir en vitamina D un derivado del colesterol producido en el hígado y exportado a la piel. No obstante, hay alimentos que la contienen, sobre todo, el pescado azul. También contribuyen a cubrir los requerimientos de esta vitamina los alimentos enriquecidos, como los lácteos, los cereales y los huevos. Las setas son otra fuente no despreciable de vitamina D, aunque según el reciente documento publicado del IOM, es menos importante de lo considerado hasta el momento: solo son fuente de vitamina D las setas que se han irradiado con rayos ultravioletas.