Europa dispone de los alimentos de origen animal más seguros de la historia, gracias a los controles que se realizan. No obstante, debe lidiar con nuevos retos, ya que la libre circulación de personas y mercancías favorece que las enfermedades también se desplacen. Esto significa que enfermedades animales con capacidad para infectar a las personas (zoonosis) pueden viajar de una parte a otra del globo, como podría ocurrir con la gripe aviar, una enfermedad ante la que no se debe bajar la guardia. Además, en el futuro, implicará que los controles en zonas de paso, como fronteras y aeropuertos, deban ser más férreos. En algunos países como Australia ya hay perros que rastrean a los viajeros recién llegados a los aeropuertos para detectar alimentos frescos como el queso, la fruta o la carne, que está prohibido llevar. Otro reto será conseguir producir alimentos de forma segura y sostenible en un mundo cuya población crece y donde el 20% de la producción pecuaria mundial se pierde debido a las enfermedades de los animales, según informa en esta entrevista Barbara Freischem, directora ejecutiva de la Federación Internacional de Sanidad Animal (IFAH).
Depende del punto de vista con que se analice. La rabia tiene un impacto significativo en la salud, pero en Europa está bien controlada mediante la vacunación de los animales. La campylobacteriosis y la salmonelosis, sin embargo, son las zoonosis más importantes en cuanto a las cifras de personas infectadas, en su mayoría, relacionadas con el consumo de huevos o de carne de pollo infectada. Otras zoonosis también pueden tener un impacto en la salud humana, aunque las tres citadas deben considerarse las más importantes. Otra enfermedad zoonótica, como la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), conocida como “enfermedad de las vacas locas”, se ha publicitado mucho y se han puesto en marcha enormes esfuerzos para controlarla.
Muchas zoonosis pueden controlarse a través de la vigilancia de los animales y la EEB es una de ellas. Otras, como la rabia, se controlan mejor con intervenciones como la vacunación o, en general, con la buena salud animal. Los alimentos nunca han sido más seguros de lo que son hoy. En cuanto a las vacas locas, si proyectamos lo que podría haber sucedido a la población en general y lo comparamos con lo que ocurrió (incidencia baja de casos humanos de encefalopatía espongiforme bovina), se puede concluir que las medidas de cribado en los diferentes países de todo el mundo han sido muy eficaces.
La gripe aviar es algo en lo que se debe tener un ojo puesto, debido a su naturaleza y la enfermedad subyacente que causa el virus, porque puede cambiar de forma fácil. Basta con mirar los virus de la influenza humana relacionados, ya que cambian de forma regular y, como resultado de esos cambios, las vacunas de la gripe humana también se tienen que actualizar. La gripe no aparece en los periódicos con regularidad, pero los investigadores ven cómo evoluciona la gripe aviar en todo el mundo.
“Las enfermedades, igual que las personas y animales, también viajan”
Las amenazas pueden llegar de manera inesperada e imprevisible. Es importante permanecer vigilantes y abiertos a hallazgos inusuales. El cambio climático puede afectar a las enfermedades. Un ejemplo podría ser el brote de la enfermedad de la lengua azul en Europa. La detección de la enfermedad en Italia se produjo en las proximidades de una tormenta de arena del Sahara que soplaba sobre el sur de Italia. La lengua azul se extendió hacia el centro y norte de Europa, pero ahora se puede controlar con vacunas. Hay que tener la mente abierta y vigilar actividades inconexas para entender los cambios y patrones de una enfermedad, a la vez que mantener un ojo abierto respecto a los patrones conocidos. Otro ejemplo en el que la actividad humana afecta serían los brotes de enfermedades zoonóticas, como los virus Nipah y Hendra en Asia y Australia. Cambios de asentamiento humano que mantienen un contacto más estrecho con la vida silvestre parecen haber sido la razón de la aparición de estas enfermedades. Hay que tener muy claro que las enfermedades, al igual que las personas y los animales, también viajan.
Es algo que debe tenerse en cuenta en Europa y en muchas otras partes del mundo, que ya tienen sistemas establecidos. Esta es la razón por la que a las personas no se les permite llevar alimentos frescos, como frutas, carnes o quesos a otros países, ya que pueden transportar enfermedades. En Australia, hay perros rastreadores de comprobación en las filas de quienes hacen cola en los controles de inmigración. Los canes comprueban si llevan fruta, carne o queso.
Aunque puede haber alguna diferencia regional, en general, la situación en Europa es bastante buena. La gente desarrolla ideas muy educadas y uniformes sobre lo que es y lo que no es bueno hacer y algunas incluyen una mejor comprensión sobre la necesidad de garantizar que los animales estén sanos. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) registra e informa sobre los puntos calientes de las enfermedades. La mayoría de los productores, agricultores y veterinarios se toman sus respectivas responsabilidades muy en serio.
Europa tiene buenos sistemas establecidos, con controles en los lugares correctos. La clave está en asegurar la salud de los animales para prevenir la enfermedad o el regreso a la salud de los animales enfermos tan pronto como sea posible. Podemos obtener alimentos seguros de muchos sistemas de producción diferentes, que tienen distintos retos, pero cuya clave es la misma: garantizar la salud animal. En los sistemas de producción internos es más fácil cuidar a los animales y controlar su exposición a los organismos que causan enfermedades. En los externos, nuestros animales de ganado están en contacto con la fauna, que es también una fuente de enfermedad. En todos los casos, nuestra industria puede ayudar. Esta es la belleza de mi profesión. El sector al que represento trabaja para proporcionar herramientas al veterinario para mantener la salud de los animales. Pero, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, una parte de los animales de granja se va a enfermar. En ese punto, es importante tratarlos con medicamentos apropiados tan pronto como sea posible para limitar el impacto de la enfermedad en el animal.
“Los antibióticos se deben utilizar de forma responsable, lo que significa que tan poco como sea posible y tanto como sea necesario”
La resistencia a los antibióticos es un asunto muy complejo y no hay una respuesta simple. De hecho, hace unos meses surgió la evidencia de que la resistencia a los antibióticos es anterior al uso de la medicina moderna, se remonta a cerca de 30.000 años atrás. Su complejidad y las diferencias legislativas regionales no siempre están retratadas en los medios de comunicación. Es cierto que hay resistencias a los antibióticos, pero nuestra industria apoya el uso responsable de los antibióticos, donde más se necesitan. Y, en ocasiones, son el único tratamiento posible. Su uso responsable significa que los antibióticos siempre se seleccionan para satisfacer específicamente las enfermedades subyacentes, y lo menos posible, pero se usan siempre que sea necesario.
Los antibióticos se deben utilizar de forma responsable, lo que significa que tan poco como sea posible y tanto como sea necesario. El uso responsable de los antibióticos en animales es nuestro deber moral, cuando los esfuerzos necesarios para prevenir la enfermedad han fracasado, ya que evitan el sufrimiento animal. Igual que los medicamentos de uso humano, el uso responsable de los antibióticos también puede incluir usos preventivos en los casos de una enfermedad específica que se encuentra en un grupo de individuos susceptibles, como la meningitis en una escuela o universidad, o la neumonía en un grupo de terneros. El uso responsable de antibióticos es importante para garantizar la seguridad alimentaria y, al mismo tiempo, satisfacer la necesidad de mantener los antibióticos para que beneficien a todas las generaciones futuras.
Sí, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la EFSA y el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) vigilan las zoonosis y la carga de enfermedad que hay, a través de enfermedades transmitidas por alimentos, y Europa, en su conjunto, es un lugar seguro al respecto. Las autoridades y los socios de la cadena alimentaria se toman muy en serio la seguridad alimentaria. La información muestra que, en su mayor parte, el sistema es más seguro de lo que ha sido y que tenemos los alimentos más seguros que nunca hemos tenido en Europa.
“El 20% de la producción pecuaria mundial se pierde debido a las enfermedades animales, según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE)”
Nuestra Asociación Miembro Europea celebró una conferencia muy exitosa sobre este tema. La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) estima que al menos el 20% de la producción animal se pierde debido a las enfermedades animales. Al mantener los animales sanos, se asegura no perder la producción. Si los animales enferman, curarlos lo más rápido posible de forma eficaz es muy importante. Los animales enfermos también requieren recursos, mientras se recuperan, pero no van a producir los productos para los que se mantienen, como leche, huevos, carne, fibra o potencia de tracción. Para asegurarnos de que se hace un buen uso de los recursos en la producción animal, hay que cuidar la salud animal, como resultado de un buen manejo, una buena higiene y el uso responsable de los medicamentos y las vacunas, que es la clave. Sin embargo, nuestro mundo y la superficie cultivable no se hacen más grandes, mientras que la población humana sigue creciendo. La sostenibilidad a largo plazo también puede significar que se haga necesario que las personas adopten la innovación y las nuevas tecnologías también.
Hay ventajas y retrocesos en todos los sistemas de producción y, por igual, todos ocupan su lugar. Las tecnologías modernas, como la ingeniería genética, empleadas para aumentar la resistencia a las enfermedades y la producción agrícola cuando se utiliza la misma cantidad de recursos, pueden ayudarnos a alimentar a todos. Todas las opciones válidas deben tenerse en cuenta con el fin de asegurar la producción sostenible, la seguridad alimentaria y la seguridad para todos. Las personas que trabajan a lo largo de la cadena alimentaria son también consumidores y, como todos los demás, ellos también están interesados en tener productos seguros en el mercado.
Es un problema de bienestar animal que va más allá de nuestras atribuciones. Estamos interesados en la salud animal, que es un requisito previo para el bienestar animal. Yo no apruebo el maltrato a los animales que utilizamos para la producción de alimentos.
La lucha contra la salmonelosis es una batalla que se libra a varias bandas, ya que esta zoonosis puede detectarse en cualquier punto, desde las industrias de producción alimentaria hasta los hogares de los consumidores, si se manipulan de forma incorrecta los alimentos que pueden contener Salmonella. En Europa, se han tomado medidas para reducir la incidencia de la salmonelosis de las aves de corral o de la producción de huevos. Para ello, la EFSA monitoriza el control de Salmonella en la producción animal y se cerciora de que sea exitosa.
Los métodos empleados para controlar Salmonella en las aves de corral incluyen la supervisión de la situación sanitaria de los animales, así como programas específicos de vacunación. “Cuando adquirimos los alimentos, se convierte en nuestra responsabilidad mantener su seguridad, la cocción a la temperatura correcta y lavarse las manos al cocinar”, explica Barbara Freischem. Para lograrlo, la OMS proporciona asesoramiento muy claro con sus “Cinco claves para la inocuidad de los alimentos”. Los controles adecuados por parte de las autoridades y una correcta manipulación de los alimentos por parte de los consumidores ayudan a reducir los casos de salmonelosis.
No obstante, en ocasiones, los consumidores no saben cómo actuar porque se registra un problema alimentario potencial, no detectado antes y desconocido. “Este fue el caso de la crisis de los ‘pepinos españoles’ del pasado verano, cuando la causa se identificó como algo totalmente diferente. No se había oído nada antes. Por este motivo, tenemos que controlar los pasos relevantes a lo largo de la cadena alimentaria de forma eficaz y bien”, destaca Freischem.